La situación en Túnez preocupa a todo el mundo

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Tras el derrocamiento del presidente de Túnez, Zin Al Abidin Ben Ali, el primer ministro Mohamed Ghanuchi, anunció la composición del Gobierno de Unidad Nacional.

Tras el derrocamiento del presidente de Túnez, Zin Al Abidin Ben Ali, el primer ministro Mohamed Ghanuchi, anunció la composición del Gobierno de Unidad Nacional.

Pero la oposición en Túnez parece no estar satisfecha con la distribución de fuerzas en el nuevo gobierno y anunció que seguirá adelante  con las protestas.

Por lo visto, los líderes de la oposición quedaron inconformes  con las tres carteras recibidas en el nuevo Gabinete, y molestos porque seis ministros del gobierno del depuesto presidente conservaron sus cargos.

Pero tarde o temprano en Túnez este u otro gobierno debe empezar a trabajar,  porque todos las revoluciones o golpes de estado inevitablemente concluyen con la formación de un gobierno.

Las protestas  y desórdenes diarios con la participación de miles de miles de personas no podrán prolongarse indefinidamente, porque a pesar de los logros inmediatos, paulatinamente los manifestantes se cansarán del desorden causado y ellos mismos aspirarán a la restauración de la normalidad y la calma.

Se puede esperar que los primeros pasos del nuevo gabinete tendrán un carácter propagandístico y serán  favorables para los pobres.
Pero, en general, las maniobras del nuevo gobierno tunecino, como cualquier otro, siempre estarán condicionadas al presupuesto, las reservas en divisas y otros factores, independientemente de que la oposición asuma el poder.

Dentro de unas seis semanas del caos que ahora impera en las calles de Túnez , con los 70 ó 80 muertos causados, los restaurantes incendiados y los tiroteos callejeros, terminarán y el país volverá su vida normal, sea quien sea el nuevo presidente o el gobierno.

Y no obstante, la rebelión popular ocurrida en Túnez  desató una intensa polémica internacional.
Hay países en donde pase lo que pase, los acontecimientos que allí ocurran apenas interesan a los países limítrofes.
Pero el futuro del pequeño Túnez,  inesperadamente preocupa a todo el mundo, tanto a sus vecinos árabes como a los países europeos y EEUU.

¿Es Ben Ali un héroe o un tirano?

El ex presidente tunecino, Zine el Abidine Ben Ali, quién huyó a Arabia Saudita, se perfila como el típico dictador corrupto de turno en la historia mundial.
La Unión Europea (UE) ya estudia la posibilidad de imponer sanciones contra él y los miembros de su familia.

A primera vista,  para la sociedad anglosajona, Zine el Abidine Ben Ali probablemente es más bien un tirano.
 Pero no para la comunidad francófana que conocen mejor la situación, ya que Túnez fue una de las colonias francesas hasta su independencia en 1956, y  limita con Francia por mar.

Parte de los franceses no están dispuestos a reconocer en Ben Ali el héroe de la típica película de acción de Hollywood sobre dictadores contra los que es indispensable combatir.
Algunos medios de prensa franceses consideran que la política del ex presidente tunecino fue positiva porque  durante su gobierno, Túnez, fue un país libre del extremismo islámico, que además defendió los derechos de la mujer, y que en ese sentido, adelantó a otros vecinos árabes.

En realidad, durante la época de Ben Ali en Túnez surgió una nueva generación de jóvenes que pudieron recibir educación. Ahora, estos jóvenes educados pero desempleados protagonizaron la reciente revuelta popular, o la “revolución demográfica” en Túnez.

En comparación con otros logros, este pudo ser uno de los tantos errores del presidente tunecino, y en cuanto a la corrupción, hay que ser prudentes porque todos los líderes derrocados siempre se acusan de este pecado.

Al abordar este tipo de situaciones,  la postura  francesa ante todo es pragmática. ¿Qué países del Oriente musulmán podrían ser útiles para Francia y a toda la UE? ¿Cómo se debe tratar con sus líderes y cómo ayudarles?

En todo caso, los emigrantes provenientes de Túnez y Argelia suelen buscar el trabajo en Francia porque hablan francés. Y los tunecinos tienen fama de buenos trabajadores.

Actualmente,  en EEUU, dominan los que critican a los republicanos por la norma establecida por la administración de George W. Bush, según la cuál,  Washington debe apoyar a los líderes de los países árabes, independientemente de si son dictadores o no, siempre y cuando favorezcan la estabilización política en ese país y luchen contra los movimientos islámicos de carácter extremista o terrorista.

Pero lo que ocurrió en Túnez parece que alienta a todos sin excepción incluso a quellos que se pronuncian a favor de apoyar en Oriente a cualquier  fuerza que promueva los valores liberales y democráticos sean los que sean.

Presentar a EEUU como aliado de cualquier fuerza opositora que quiera derrocar a los gobiernos árabes es una suposición muy seria, y lo que ocurrió en Túnez apunta en esa dirección.

En general, este debate es muy importante, porque no sólo abarca a las sociedades árabes y tampoco va a terminar muy pronto.

Evidentemente, sería arriesgado caracterizar como tiranos a todos los líderes derrocados cuyos gobiernos permitieron a los países alcanzar un nivel de desarrollo más alto.como el ex presidente indonesio Mohamed Suharto, el filipino Ferdinand Marcos, el tunecino Ben Ali, y no obstante, fueron derrocados y esto no se puede olvidar.
 

Wikileaks no tiene nada que ver con la revolución en Túnez

Algunas versiones para explicar la revuelta en Túnez son exóticas, como por ejemplo, la del líder libio, Muammar Gaddafi, quien atribuyó lo sucedido a las filtraciones de Wikileaks sobre Túnez.
Según Gaddafi, los manifestantes tunecinos salieron a las calles al enterarse que la familia de Ben Ali estaba en la cúspide  la pirámide de la corrupción.
Y afirmó que la responsabilidad fue de los “embajadores que quisieron sembrar el caos” con la filtración de documentos secretos.

En realidad es poco probable que los diplomáticos estadounidenses cuyas cartas fueron filtradas por el portal de Internet Wikileaks, las hayan escrito con el fin de derocar el régimen tunecino o libio.
No hay pruebas contundentes que demuestren que los disturbios en Túnez fueron causados por la divulgación de documentos secretos del Departamento de Estado de Estados Unidos y sus diplomáticos,  porque algunos tunecinos leyeron estos documentos, otros no los leyeron.

La rebelión popular en Túnez fue protagonizada por los jóvenes desempleados. Y para la gente que sufre de la pobreza es más fácil acusar de corrupción al presidente incapaz de resolverles los problemas de desempleo.
La oposición tunecina recurrió a este método poco original y dio origen a la información sobre la corrupción del presidente de Túnez.

En general, las filtraciones de Wikileaks han tenido  una influencia reducida, casi nula, en los sucesos globales. La comunidad internacional leyó esos documentos y los olvidó.

Aunque en EEUU hay muchos que quieren que se recuerde que los cables escritos por los diplomáticos estadounidenses demostraron que tenían razón.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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