Los triunfos y fracasos de la diplomacia de EEUU desde la óptica de Richard Holbrooke

Síguenos en
En la diplomacia mundial existen figuras que llegan a superar en importancia a los ministros de Asuntos Exteriores.

En la diplomacia mundial existen figuras que llegan a superar en importancia a los ministros de Asuntos Exteriores.

Esto es aplicable a Richard Holbrooke, fallecido a finales de 2010 en Washington, ante todo un experimentado diplomático que pudo haber sido nombrado Secretario de Estado en dos ocasiones y, sin embargo, en ambas la Casa Blanca optó por una mujer.

En 1997, fue designada Madeleine Albright, y en 2008, Hillary Clinton. Desde el punto de vista psicológico era perfectamente lógico.
Holbrooke era artillería pesada, una especie de acorazado, una persona extremadamente implacable y la diplomacia, incluso la estadounidense, debía tener un rostro más atractivo.

Al final de su carrera Holbrooke asumió el cargo de Representante Especial de Estados Unidos para Afganistán y Pakistán, compitiendo con la Secretaria de Estado, y hasta cierto punto,  trabajando de forma autónoma al rendir cuentas personalmente al presidente Barack Obama.

Diplomáticos con semejante rango en el mundo se pueden contar con los dedos de una mano; son, digamos, como grandes violinistas, que tienen una orquesta de cien músicos que los acompañ, pero incluso sin este acompañamiento suelen llevar la voz cantante.

Holbrooke sufrió una muerte  típica para una persona de su fuerza vital, murió a consecuencia de un desgarro de la aorta a la edad de 69 años. Es sorprendente lo que logró hacer en estos años: Embajador de Estados Unidos en Alemania, Enviado Especial de Estados Unidos ante la ONU, vicesecretario de Estado (en varias ocasiones y encargándose tanto de las relaciones con Europa como con Asia), catedrático, autor de libros y columnista del diario “Washington Post”, y durante cierto tiempo director de la revista “Foreign Policy”.

Algunos no le querían demasiado

La revista “Foreign Policy” hace más de un año expresó ciertas dudas acerca de su antiguo director y la misión diplomática que iba a desempeñar en Rusia, un país que no le tenía demasiadas simpatías.

Incluso dejando aparte la característica y agresiva manera de Holbrooke de llevar las negociaciones, sus dos iniciativas más sonadas en el ámbito de la política exterior fueron la desintegración de Yugoslavia y la ampliación de la OTAN hacia el Este: ambos proyectos fueron realizados durante el Gobierno del presidente Bill Clinton. Y de repente fue destinado a una misión a Moscú…

Sin embargo, esa misión a Moscú ocurrió poco después del viaje a Rusia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en julio de 2009. Había que resolver un problema de crucial importancia para EEUU, el tránsito de las cargas militares estadounidenses y de la OTAN a través del territorio ruso.
Holbrooke era responsable de los asuntos no militares de la guerra en Afganistán y, por lo tanto, el responsable de buscar soluciones a este tipo de situaciones. El resultado fue positivo y se firmaron los acuerdos pertinentes.

Posiblemente las páginas más controvertidas de la biografía de Holbrooke fue cómo consiguió  poner punto final a uno de los episodios de la guerra en Yugoslavia. En 2008 las autoridades serbias arrestaron a uno de los ex líderes de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic, quien enseguida pasó a disposición del Tribunal de La Haya.

Las principales acusaciones contra él tenían que ver con el exterminio de los musulmanes bosnios en Srebrenica en 1995 y el prolongado asedio de Sarajevo que había ocasionado la muerte de 10.000 personas.

Karadzic exigió que se hiciera pública su correspondencia secreta con Holbrooke, entonces Representante Especial de Estados Unidos en los Balcanes, quien en nombre de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU prometió inmunidad contra la persecución judicial en caso de que dimitiera voluntariamente y Karadzic aceptó.

Y Holbrooke manifestó ante el Tribunal que no se trataba más que de una mentira y que tal promesa nunca existió. Más aun, se supo un detalle bastante curioso, resultó que Holbrooke fue designado Representante Especial en los Balcanes sin gozar en aquellos momentos de estato diplomático.

Todo empezó en Vietnam

Se podría afirmar que la muerte de Holbrooke fue bastante simbólica en este momento, en el que se están extinguiendo los últimos ecos de la época de los 90 y, con ella, el irrefrenable empuje de la influencia geopolítica estadounidense.
 No obstante, existen dos circunstancias que no permiten hacerlo: en primer lugar, la incapacidad innata de los estadounidenses de reconocer que no son ninguna nación excepcional, ni la más fuerte ni la que siempre tiene la razón.

Poco antes de la muerte de Holbrooke, el “Washington Post” publicó en su portada un artículo que relacionaba la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales con el deseo de la población de EEUU de poner fin al estado de ánimo de desánimo reinante.

Y ahora a Obama no le queda más remedio que estar a la altura. Así que, figuras como Holbrooke, aunque no lleguen a su nivel, todavía tendrán demanda en el país.

Y la segunda circunstancia son las razones del estilo agresivo de Holbrooke, de su rebosante energía y su capacidad para conseguir el éxito.
Esas cualidades se forjaron Radican en medio del fracaso y la decadencia, porque Holbrooke empezó su carrera en Vietnam.

Posteriormente presenció de cerca el drama indochino, desde 1962, es decir desde los mismos inicios, y participó en las no demasiado exitosas negociaciones de paz de 1968 en París.

Después de esto, abandonó la diplomacia, integrándose en el mundo académico y dirigiendo la revista “Foreign Policy”.

Pocos días antes de fallecer, en una entrevista a la mencionada revista, Holbrooke recordaba cómo había sido el año 1969: las familias no se hablaban por razones ideológicas, mientras manifestaciones multitudinarias se acercaban a la capital estadounidense.

Estados Unidos pudo superar aquel fracaso y aquella decadencia e intentó recuperar durante los años del gobierno de George Bush Jr. su aplomo de antaño. Sin embargo, al país le esperaba otro fracaso que difícilmente podrá servir de lección a futuros “Holbrookes” estadounidenses.

Porque independientemente deque EEUU sea el primero o el segundo país más importante del mundo, siempre habrá allí diplomáticos capaces de hacer que todos respeten la manera norteamericana de conseguir sus propósitos. Y hacer que se aprenda de ellos.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI.

Lo último
0
Para participar en la conversación,
inicie sesión o regístrese.
loader
Chats
Заголовок открываемого материала