Moscú, 7 de septiembre, RIA Novosti. Un habitante de Estados Unidos necesita unos ingresos anuales de 75.000 dólares para poder sentirse feliz, afirma un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Sus autores, Daniel Kahneman y Angus Deaton de la Universidad de Princeton, sostienen que los ingresos superiores a esa cifra apenas pueden aportar más felicidad y que las emociones positivas "adicionales" que puedan sentir personas adineradas dependen más bien de sus características personales.
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras analizar los datos de 450.000 estadounidenses encuestados a diario por la Organización Gallup para conocer su nivel de satisfacción con la vida. El estudio versó sobre dos factores claves como la calidad de vida y el grado de felicidad emocional en su vida cotidiana.
Según los datos obtenidos, la valoración media que los estadounidenses hacen de su calidad de vida es de 6,76 sobre 10.
El 85% de los encuestados aseguraron sentir diariamente muchas emociones positivas, algunas de las cuales podrían considerarse como momentos de felicidad. Por otro lado, los sentimientos de tristeza y ansiedad constante resultaron familiares al 24% de los participantes del sondeo.
El estudio reveló que cuanto menos gane al año un estadounidense, menos momentos de felicidad sentirá en su día a día, siendo más propenso a la tristeza y depresiones. La pobreza también hace más insoportable la angustia que provocan las adversidades de la vida, como enfermedades graves, el divorcio, la soledad, los accidentes, etc.
A medida que crecen los ingresos anuales, incrementa también la capacidad del estadounidense de experimentar sentimientos de felicidad, pero esto ocurre sólo mientras la cantidad ingresada sea inferior a los 75.000 dólares anuales.
Según destacan los científicos, aunque los ingresos superiores a esa cifra hacen la vida más cómoda y aumentan el nivel general de satisfacción, no repercuten en el grado de felicidad emocional que pasa a depender de otros factores, como las cualidades temperamentales o vivencias del propio individuo.
"Lo más probable es que al superar el tope de 75.000 dólares anuales, la capacidad de las personan de ‘comprar' experiencias que aporten sólo emociones positivas se vea neutralizada por efectos negativos que restan la posibilidad de sentir las pequeñas alegrías de la vida", concluyen los investigadores.
