Moscu, 23 de abril, RIA Novosti. A primera vista parece que Rusia sale perdiendo de su canje con Ucrania, ya que deberá regalarle demasiados metros cúbicos de gas por poder conservar su base naval en Sebastopol. Sin embargo, no es así, afirma Borís Makárenko, presidente del Centro de Tecnologías Políticas en un artículo publicado en el diario Kommersant.
Con su anterior práctica de ofrecer barato el combustible a sus vecinos a cambio tan sólo de promesas de lealtad, Rusia no se buscó más que problemas, como las "guerras de gas" con Ucrania o las constantes pataletas del caudillo bielorruso Alexandr Lukashenko. Por lo que un mecanismo de canje claro y trasparente fijado en un acuerdo oficial es una gran paso adelante, subrayó el rotativo
Aquí también hay una dimensión más amplia. Presidentes vienen y se van, pero un acuerdo interestatal a largo plazo queda. Eso significa que cualquier mandatario ucraniano que gobierne durante el próximo cuarto de siglo no lo tendrá nada fácil para conseguir que Ucrania entre en la OTAN.
De ahí que Dmitri Medvédev logró un éxito de gran valor simbólico, ya que el ingreso de Ucrania en la OTAN tendría para Rusia un altísimo precio tanto político, como económico.
Ucrania tampoco se queda atrás. Además del buen precio para algo tan vital para los hogares y la industria, como el gas, y de un buen ambiente en las relaciones con Rusia, se ha labrado una plataforma para negociar con Occidente.
El presidente del país, Víctor Yanukóvich, ha demostrado su valentía política al crear una nueva realidad que será difícil de "revertir". Parece confiar en que su transacción con Rusia contará con un respaldo mayoritario tanto en el parlamento, como en la sociedad, comentó la nota de Kommersant.
