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RUSIA Y LA SEGURIDAD ENERGÉTICA DE EUROPA

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Rusia es indudablemente el elemento de mayor importancia en el abastecimiento energético de Europa. Esta gran potencia regional ha superado las reformas liberales más importantes para el impulso necesario de la industria energética. Este sector ha sido uno de los instrumentos claves de la política de Kremlin en el mundo.

Julius Kolocsanyi

Rusia es indudablemente el elemento de mayor importancia en el abastecimiento energético de Europa. Esta gran potencia regional ha superado las reformas liberales más importantes para el impulso necesario de la industria energética. Este sector ha sido uno de los instrumentos claves de la política de Kremlin en el mundo.

Rusia ha diseñado un sistema que le facilita estimular y canalizar la inversión extranjera conocido como production sharing agreements (PSA) o acuerdos de producción compartidas. Además ha facilitado el fomento de empresas privadas rusas especializadas en el sector de hidrocarburos. Así como los años noventa significaron apertura y liberalización de la industria, Putin, consciente del poder estratégico del sector energético, ha hecho lo contrario -consolidar la industria y devolverle poder al Estado. Se realizó una campaña fiscal que llevó a Mijail Jodorkovski, presidente de Yukos, a la cárcel. Así el Estado pudo intervenir en las actividades de la empresa petrolera privada más grande del país y posteriormente integrar gran parte de la compañía en la empresa estatal Rosneft en 2004.

La estrategia principal de Putin era concentrar las actividades, y al mismo tiempo los beneficios, a un grupo reducido de empresas estatales, principalmente Rosneft (petróleo) y Gazprom (gas natural). Y en cuanto a las empresas privadas, a éstas les impedía participar en los proyectos que consideraba interesantes. Así Shell no pudo realizar su proyecto de GNL de Sajalín 2 y a BP se le impidió llevar gas natural de los campos siberianos de Kovytka a China o Corea de Sur. De ambos proyectos se encargó Gazprom.

 

Política energética y las ex repúblicas soviéticas


Rusia, a pesar de haber perdido la soberanía política en la zona de Asia central después de la disolución de la Unión Soviética ha ejercido eficientemente su influencia en esta región. Ha evitado realizarse la intención de los productores del área de crear nuevas rutas de exportación de petróleo y gas que no atravesaran el territorio de Rusia. Sin embargo, en 2006 sí fue posible abrirle camino a los hidrocarburos del Caspio a través de oleoducto BTC de Bakú a Turquía y por los conductos de Kazajstán en dirección a China. Kremlin no está en la misma situación que antes, pero a pesar de ciertos cambios, la diplomacia energética de Moscú con respecto al tránsito de gas y petróleo hacia los consumidores de Europa sí ha sido exitosa.

 

Crisis del 2006


Rusia exporta su gas y petróleo a través de los conductos que pasan por Ucrania y Bielorrusia. A principios de enero de 2006, después de una conflictiva negociación del precio del gas ruso para el mercado ucraniano que hasta entonces se había vendido a precios por debajo del 20% del precio de mercado, Gazprom redujo el bombeo de gas, supuestamente para denegarlo brevemente a Ucrania hasta que este último se pusiera de acuerdo con el planteamiento ruso de aumentar significativamente el precio subvencionado. En ese momento, lo que hizo Ucrania fue apropiarse de parte del flujo destinado a Europa. Así resulto que países como República Checa y Hungría recibieron el 30% menos de gas de lo que era el nivel habitual. La situación llevó a producirse un pánico en la Unión Europea, ya que depende de Rusia del 50% de sus importaciones de gas y del 25% de su consumo.

La crisis puso en marcha la maquinaria burocrática de la Unión, y coincidiendo con un "papel verde" de la Comisión sobre la energía, los Estados miembros decidieron encargar a Javier Solana, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, de elaborar un nuevo papel sobre la dimensión exterior de una posible política energética europea y sus implicaciones para la seguridad[1].

Kremlin siempre negó haber tenido la intención de utilizar el suministro de gas como instrumento de amenaza de la política exterior hacia Europa, sin embargo, Rusia terminó siendo un socio no fiable e incluso hostil. Este comportamiento provocó animados debates en la Unión respecto a la seguridad energética y la posibilidad de crear una nueva política energética europea que fuese capaz de representar el interés común de la UE hacia los proveedores energéticos. La segunda mitad del 2006 le dedicó la Comisión a la revisión estratégica. Desafortunadamente, justo antes de publicar las recomendaciones surgió una nueva crisis causada por el bloqueo del oleoducto Druzhba a través del cual pasa el petróleo ruso por territorio bielorruso a Europa. La causa del problema era similar al de enero del año 2006 con Ucrania -conflicto sobre el precio subvencionado para Bielorrusia[2].

A pesar de que la intención de Rusia tal vez no era cortar el suministro de gas y petróleo a Europa, el efecto fue que Rusia representa un riesgo energético y estratégico para la UE (especialmente para sus miembros del norte y del este). La política actual de los rusos con respecto al tema es más que original, además de seguir insistiendo de que no representan para Europa ninguna amenaza, mantienen que son ellos los que se sienten inseguros con respecto a la política energética con la UE, tanto de demanda como de tránsito. Indudablemente Rusia ya no se puede fiar de sus ex repúblicas. Por lo tanto es evidente que objetivo está siguiendo al observar el proyecto del nuevo gasoducto del Mar Báltico que evita pasar por Ucrania y Bielorrusia.

 

Rusia y sus intereses en Asia


Un aspecto que contribuye a la idea de que Kremlin utiliza la política energética como arma geopolítica es la creciente presencia de los hidrocarburos rusos en Asia oriental. En relación con el oleoducto siberiano, Moscú ha expresado su interés en Asia mediante diversos acuerdos tanto con Japón como con China. Parece que desea abastecer ambos mercados y así dividir el petróleo siberiano entre ellos, y al mismo tiempo, llevando el gas natural a China y gas licuado de Sajalín a Japón. Rusia está ejerciendo una política muy sana actualmente y además realista por excelencia. Mantiene relaciones amistosas con todos los países con el potencial de posibles alianzas en caso de necesidad y a la vez mantiene el juego de la amenaza, enfrentando la UE contra las ex repúblicas soviéticas, a Japón contra China y a Occidente contra el lejano Oriente.

 
Proyecto de cártel de gas natural


Lo que si podría tener un impacto tangible en el mercado de hidrocarburos de la UE es la idea del Kremlin de explorar la posibilidad de crear un cártel internacional para el gas natural. Durante 2006 Rusia ha llevado a cabo negociaciones con países como Argelia, Qatar e Irán sobre las posibilidades de formar una organización que agrupara los exportadores de gas natural. De momento todos los posibles participantes de estas conversaciones niegan su intención de participar en tal cártel. Sin embargo,  estas afirmaciones son poco creíbles. De hecho, algunos de los acuerdos estratégicos de asociación, como el de Gazprom con Sonatrach, son típicos pasos iniciales en el camino a medio plazo hacia la formación de un cártel. Los cuatro países mencionados poseen más del 60% de las reservas de gas convencional en el mundo y actualmente producen el 30% del consumo mundial (cifras similares a las de la OPEP en el sector del petróleo[3]).

Actualmente la mayoría de los analistas no creen en la posibilidad de la creación de un cártel de gas, sin embargo, no sería oportuno descartarla. Uno de los criterios que cualquier cártel debe cumplir es el de exhibir un nivel suficientemente alto de concentración en términos de cuota de mercado. Es decir, debe haber relativamente pocos proveedores que posean una alta cuota de mercado entre ellos. Una buena medida de la concentración del mercado es el índice Herfindahl-Hershman (HH) que -sumando los cuadrados de las cuotas de mercado- va de 0 a 10.000, en el que un índice HH por encima de 1.000 (y preferiblemente por encima de 1.400) sugiere un potencial interesante para la cartelización. El índice HH basado en las cuotas de los países productores en términos de reservas de gas es 1.230 (comparado con un nivel de sólo 980 para los países productores del petróleo). Basando el índice HH en las cuotas de exportación -una indicación más adecuada para expresar el poder actual de mercado- obtenemos un índice de 1.580 para exportaciones de gas vía gasoductos y de 1.130 para exportaciones de gas licuado (GNL). Ya que el índice para exportadores de petróleo es de menos de 1.000, parece existir la posibilidad de que podría funcionar un cártel de gas[4].

Actualmente la idea del cártel de gas no es posible de realizar por lo siguiente: la naturaleza local y regional de gas está sometida a transporte por gasoductos. Según el BP Statistical Review of Energy de todo el gas exportado mundialmente hasta el 70% se transporta por gasoducto y menos del 30% por barco de forma licuada. Mientras no se llegue a un momento crítico en el que sea imprescindible la creación de un mercado global de spot y de futuros no es probable que un cártel de dicho carácter funciones eficazmente porque no sería capaz de influir notablemente en el precio global. Sin embargo, a largo plazo sí tiene poder decisivo Rusia. Es la mayor potencia de gas en el mundo. En caso de que se decida por la licuefacción del sistema de exportación ruso, junto con Argelia que ya es capaz de exportar en GNL y con Egipto, Qatar e Irán (que planea expandir su producción de gas, particularmente de los yacimientos offshore de South Pars y el proyecto Gulf, contemplan la licuefacción), estos cinco países serían capaces de formar el cártel.

De momento Moscú no está interesado en desarrollar sus capacidades de exportar gas licuado. Semejante cambio en la estructura de exportación de gas rusa significaría aumentar la flexibilidad y reducir la dependencia de Rusia con respecto al consumo europeo. Por otro lado transformaría el aparato de exportación ruso en una infraestructura basada en la licuefacción y en los metaneros, en lugar de gasoductos, implicaría la pérdida del control geoestratégico -si realmente, al fin y al cabo, es sustancial- sobre el "grifo" del gas[5].

En teoría si se creara un mercado de gas líquido, fungible y global, ganarían cierta independencia y flexibilidad tanto los consumidores (Europa) como los exportadores (Rusia). Actualmente no existen los requisitos para poder formar un cártel liderado y controlado por Rusia, por eso el Kremlin, a corto plazo, tiene interés de exportar gas por gasoductos pero a largo plazo si le interesaría el gas licuado. La cuestión es cuándo y cómo empezar con una estrategia completamente nueva, con nuevas inversiones y una nueva infraestructura y, al mismo tiempo, mantener el control de Kremlin sobre el sector. El proyecto requeriría tiempo, finanzas y es técnicamente complicado. En caso de que el GNL y sus mercados spot y futuro llegaran a dominar el comercio internacional de gas sería posible que un cártel internacional compuesto por los países mencionados anteriormente podría influir en el precio internacional del gas de la misma forma que la OPEP influye en el precio internacional del petróleo. Esto parece ser real en un futuro próximo (entre 2020 y 2030).

 

[1] Véanse Comisión de las Comunidades Europeas (8/3/2006) Libro verde: Estrategia Europea para una energía sostenible, competitiva y segura [en línea] COM(2006)105final (disponible en http://ec.europa.eu/energy/green-paper-energy/doc/2006_03_08_gp_document_es.pdf) y Commission and the Secretary General/High Representative Javier Solana for the European Council (6/15/2006) An external Policy to serve Europe´s Energy Interests [On line] S160/06 (disponible en http://www.consilium.europa.eu/ueDocs/cms_Data/docs/pressdata/EN/reports/90082.pdf)

[2] Para las conclusiones de la revisión estratégica de la CE sobre política energética y sus recomendaciones al Consejo Europeo de 8-9 de marzo de 2007, véase Comisión Europea (01/10/2007) La Comisión propone un paquete de medidas integradas sobre la energía y el cambio climático para reducir las emisiones en el siglo XXI (IP/07/29). Para un tratamiento más en profundidad de la crisis entre Rusia y Bielorrusia, que analiza las diferencias y similitudes con el caso de Ucrania, véanse "Belarus Highlights Russia's Export Vulnerability", Global Oil Report, CGES, vol. 18, no 1, enero-febrero de 2007, pp. 5-8, e Isabel Gorst, "Price War Settled, For Now", Petroleum Economist, febrero de 2007, p. 22.

[3] Véase el BP Statistical Review of Energy 2006

[4] Paul Isbell (30.5.2007), El nuevo escenario energético y sus implicaciones geopolíticas, Real Instituto Elcano, p. 10

[5] Paul Isbell (30/05/2007), El nuevo escenario energético y sus implicaciones geopolíticas, Real Instituto Elcano, página 12

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