Desilusionado con Europa, Turkmenistán se reorienta a EEUU, constata hoy el diario ruso Vremya Novostei al comentar la sorpresiva visita del ministro turkmeno de Exteriores, Rashid Merédov, a Washington.
Fue el jefe del Estado turkmeno quien encomendó al canciller desplazarse a EEUU. Contrariamente al protocolo diplomático, los funcionarios de la embajada estadounidense en Ashjabad se enteraron de la noticia por televisión el pasado 5 de junio. Dos días antes, representantes de la Unión Europea dejaron claro que la cooperación comercial con Turkmenistán no podrá avanzar a menos que este país centroasiático garantice transparencia en materia de ingresos generados por la industria del gas.
Dicha exigencia pilló desprevenida a la parte turkmena que esperaba de Occidente, como máximo, un regateo en torno la excarcelación de presos políticos en Turkmenistán y hasta estaba dispuesta a liberar a algunos.
La Comisión Europea atentó contra el mayor secreto del régimen turkmeno. Incluso el difunto Saparmurad Niyázov, "padre de todos los turkmenos", prefería al erario público las cuentas personales para guardar ingresos por la exportación del gas natural. Expertos de la ONG británica Global Witness sostienen que hay tres mil millones de dólares en la cuenta del ex dictador turkmeno en Deutsche Bank.
Fuentes solventes en Ashjabad auguran que Merédov intentará atraer a las grandes empresas energéticas de EEUU hacia el mercado turkmeno. Turkmenistán confía también en que Washington le ayudará a negociar el reparto del Mar Caspio y las condiciones de participación turkmena en la construcción de dos gasoductos: Nabucco y la tubería transcaspia. Según algunos datos, Turkmenistán podría incluso dar marcha atrás en sus negociaciones con China, a la que solicitó un crédito de tres mil millones de dólares para implementar proyectos gasistas.
