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Iniciativa armenio-turca puede minimizar influencia de Rusia en Cáucaso Sur. Vremya Novostei / Kommersant

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La posible apertura de la frontera armenio-turca podría disminuir drásticamente la influencia de Moscú sobre Ereván, escribe hoy la prensa rusa al comentar la noticia de que Armenia y Turquía elaboraron una "hoja de ruta" para normalizar las relaciones bilaterales.

El más antiguo de los conflictos latentes en el Cáucaso Sur es el de Alto Karabaj. La línea limítrofe con Azerbaiyán es la más extensa de las fronteras que tiene Armenia aunque se parece, en realidad, a la línea del frente. Tampoco es muy transparente la frontera de Armenia con Turquía que, desde la caída de la URSS, interpreta a Azerbaiyán como su aliado principal en el Cáucaso y respalda a Bakú en la demanda de restablecer la integridad territorial. Si exceptuamos un pequeño corredor hacia Irán,  la única frontera abierta de Armenia es con Georgia. Pero este país tiene problemas con Rusia.

En lo económico, los mayores socios de Armenia desde 1993 fueron Rusia e Irán, el comercio con los cuales se sitúa, respectivamente, en torno a 700 y 200  millones de dólares anuales. El intercambio comercial con Turquía se mantiene en la sombra pero alcanza, según las estimaciones no oficiales, un 25% del volumen total.

Cuando se abra la frontera con Turquía, Armenia ya no tendrá razones de peso para seguir orientando su política exterior exclusivamente a Rusia.

La eventual apertura de la frontera es un bono que Turquía promete a Armenia en el gran regateo en torno a Alto Karabaj. Rusia no puede ofrecerle a Ereván un incentivo similar, por lo cual corre el riesgo de perder su condición de principal mediadora  en el arreglo de este conflicto. Sobre todo, después de la guerra de agosto pasado que inspiró a Bakú, Ereván y Ankara francos recelos hacia Moscú.

Las recientes reuniones del presidente ruso, Dmitri Medvédev, con sus homólogos de Azerbaiyán y Armenia, Ilham Alíev, y Serzh Sargsyan, podrían interpretarse en este contexto como un intento de recuperar la iniciativa y subirse de un salto al tren que marcha hacia Ankara. Rusia está acostumbrada a usar el problema de Alto Karabaj como instrumento que ayuda a mantener a Armenia y Azerbaiyán en la estela de su política exterior pero no ha podido hasta la fecha formular una postura que convenga a ambos países. Si lo consigue Turquía, la tutela sobre Abjasia y Osetia del Sur será por mucho tiempo el límite de la influencia rusa en el Cáucaso del Sur.

 

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