El gasoducto Nabucco es un proyecto obviamente deficiente pero aún así habrá que ponerlo en práctica, señala el experto ruso Mijaíl Krutigin en un artículo publicado hoy en el diario Kommersant.
La falta de materia prima es el defecto fundamental de Nabucco, proyecto que contempla el transporte del gas centroasiático y del Caspio al mercado europeo vía Azerbaiyán, Georgia, Turquía, Bulgaria, Hungría, Rumania y Austria. Azerbaiyán podría aportar escasas cantidades; Turkmenistán está muy lejos; el gas producido en Irán no alcanza para consumo interno; mientras que Egipto e Iraq podrían ser una opción a muy largo plazo.
Los europeos, preocupados como están por su propia seguridad energética, deberían tomar en consideración dos factores importantes. Primero, la diversificación de las rutas del suministro no es suficiente para solucionar el problema. Dos nuevas tuberías que planea construir Gazprom -Nord Stream, en el fondo del Mar Báltico, y South Stream, a través del Mar Negro - sustituyen en parte al ya desprestigiado tránsito vía Ucrania aunque no eliminan la dependencia con respecto a Rusia cuyo monopolio gasífero acapara las funciones de productor, proveedor, transportista y vendedor frente a la Unión Europea.
Krutigin, quien es asociado de la empresa RusEnergy, piensa que Nabucco contribuirá a diversificar las fuentes del gas. Se reservará un papel importante, aunque no protagónico, a Kazajstán, Turkmenistán, Azerbaiyán e Irán. Además, Europa ya trabaja para el aumento de las importaciones provenientes del norte del África y la construcción de nuevas terminales capaces de recibir el gas natural licuado (GNL).
El segundo factor que incide en el futuro de Nabucco es la posible escasez de gas en Rusia. Productores independientes de Gazprom generaron el pasado año poco más de 90 mil millones de metros cúbicos y reducen las inversiones en el desarrollo de los yacimientos a causa de la crisis financiera. Según las estimaciones de Gazprom, la producción del gas en Rusia disminuirá en 60 mil millones de metros cúbicos el año que viene, y en 470 mil millones, para 2030. Nuevos proyectos importantes, entretanto, se harán operativos sólo después de 2011 y rendirán pocas cantidades en un principio.
El potencial exportador de Rusia en materia del gas no tiene un futuro color rosa. Ello, junto con la decisión de diversificar las fuentes de importación de energía, mantendrá vivo el proyecto Nabucco incluso si Gazprom logra sacar adelante sus ambiciosos proyectos de tuberías subacuáticas, al margen de Bielorrusia y Ucrania.
