Andrei Fiódorov, experto del Consejo ruso para la política exterior y de defensa, opina que Rusia debería aprender a convivir con una Ucrania distinta. Tanto la reputación política de Ucrania como las perspectivas de su preservación como Estado están en juego actualmente, señala él en un artículo publicado hoy en el diario Kommersant.
La élite política en este país atraviesa por una crisis tan obvia que ni siquiera la convocatoria anticipada de elecciones parlamentarias contribuirá a resolverla. Sin embargo, lo más importante para Rusia es tener una visión estratégica de la situación porque muy pronto le tocará definir su postura con respecto a varios factores.
Primero: Rusia necesita entender que el avance de Ucrania hacia la OTAN y la Unión Europea es un proceso inevitable aunque Alemania y Francia decidan frenarlo ligeramente en diciembre próximo. Ninguno de los políticos ucranianos va a querer ni podrá alterar dicho vector, de manera que Rusia, si realmente desea proteger sus intereses, tiene que prepararse en todos los terrenos y aprender a convivir con una Ucrania distinta.
Segundo: Ucrania tiene algunos instrumentos de presión sobre Rusia y, sin duda alguna, va a aprovecharlos en un futuro próximo, especialmente, si el actual Gobierno se queda en suspenso. Occidente en este caso se pondrá del lado de Ucrania, ante todo, porque EEUU la necesita para presionar sobre Moscú.
Tercero: Rusia no debería apostar por uno o dos políticos ucranianos ni pensar que van a jugar limpio. Necesita demostrar que no le importan aquéllos sino Ucrania en sí, como una nación eslava y amiga, y que en aras de ello está dispuesta a hacer ciertas concesiones. La mayor equivocación a día de hoy sería intimidar a Ucrania con una división territorial causada por motivos políticos. Actuar así es perder a Ucrania en muy poco tiempo.
Cuarto: Moscú debería darse cuenta de que la CEI, independientemente de las opiniones que se expresen acerca de esta comunidad, dejará de existir sin Ucrania, con la subsiguiente aceleración de los procesos negativos en el espacio postsoviético.
Quinto y último: El mundo realmente ha cambiado a raíz de la crisis en el Cáucaso y, desafortunadamente, este cambio no es favorable para Rusia. La crisis global empieza a azotarla cada vez más duro y un conflicto con Ucrania en este contexto supondría otro golpe contra su economía, que de por sí entra en tiempos difíciles.
A Moscú le pueden caer mejor o peor ciertos dirigentes ucranianos, especialmente, cuando hacen declaraciones anti-rusas, por ejemplo, sobre la Flota del Mar Negro. Pero no puede seguir cometiendo errores políticos, cada vez más frecuentes en relación con Ucrania, porque con ello les proporciona a aquéllos cartas de triunfo.
