La directora del Centro Carnegie de Moscú, Rose Gottemoeller, propone a EEUU y Rusia formar una comisión integrada por los ex presidentes de ambos países a fin de impulsar la normalización de las relaciones bilaterales, dado que el creciente antagonismo entre Moscú y Washington pone en duda su cooperación en importantes asuntos internacionales.
En esta comisión podrían participar Jimmy Carter, George Bush padre y Bill Clinton por parte de EEUU. Rusia estaría representada por Mijaíl Gorbachov y Vladímir Putin, los únicos ex presidentes que el país tiene a día de hoy (Nota: Borís Yeltsin murió en abril de 2007). Una manera de compensar ese desequilibrio numérico sería "invitar a Putin en calidad de ex presidente pero reconociendo su actual rango de primer ministro", escribe Gottemoeller en un artículo publicado hoy en Nezavisimaya Gazeta.
La comisión presidencial, según la articulista, perseguiría dos objetivos fundamentales: reencauzar hacia la normalidad las relaciones entre EEUU y Rusia y proporcionar asesoramiento de alto nivel en la negociación de los temas más acuciantes, entre ello, la prolongación del Tratado de Armas Estratégicas Ofensivas (START) que expira en diciembre de 2009 o el futuro del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (CAFE), al que los recientes acontecimientos en Georgia asestaron un golpe duro.
Gottemoeller resalta que su iniciativa supone, en primer término, un reto monumental para Vladímir Putin, a quien exhorta a aceptar esta misión especial, acorde a su rango del ex presidente de Rusia, y aclarar de esta manera las dudas acerca del papel que desempeña hoy en la dirección del país.
Cuando los candidatos a la presidencia de EEUU, Barack Obama y John McCain, hablaron de Rusia en su primer debate televisivo, no mencionaron una sola vez al actual mandatario ruso Dmitri Medvédev, señala Gottemoeller. Ella piensa que este detalle asombroso significa el no reconocimiento del tándem gobernante Putin-Medvédev.
Hay dudas obvias acerca del reparto de funciones que ambos establecieron durante el traspaso de la presidencia en mayo pasado, y el cual suponía que el jefe del Estado se centraría en la política exterior y de seguridad, mientras que el primer ministro se ocuparía de la economía, señala la autora.
Es una mala noticia para los socios internacionales de Rusia, pues no les queda claro quién es la persona a tratar en Moscú. Tal incertidumbre, en su opinión, tendrá importancia todavía mayor para el próximo presidente de EEUU, habida cuenta de que las relaciones ruso-estadounidenses atraviesan ahora por el período más desfavorable desde el término de la Guerra Fría.
