La ruptura de Georgia con la CEI tendrá pocas repercusiones para esta comunidad de países postsoviéticos, opinan varios expertos entrevistados por Gazeta.Ru.
El término de hostilidades en Osetia del Sur, anunciado ayer por el presidente de Rusia, coincidió con la declaración del líder georgiano, Mijaíl Saakashvili, de que Georgia abandona la Comunidad de Estados Independientes y exhorta a las demás naciones de la ex URSS, ante todo, Ucrania, a seguir su ejemplo.
Analistas locales piensan que este anuncio tiene importancia psicológica y política para el presidente georgiano, pero en ningún caso para la CEI.
"No significa nada", fue el comentario lacónico de Anatoli Adamishin, antiguo ministro ruso para Asuntos de la CEI.
"Es una acción política y nada más, traerá numerosos problemas a Georgia pero no tendrá efecto para los demás miembros de la CEI", dijo por su parte Vladímir Yarigin, subjefe del Instituto de la CEI.
Otro experto ruso, Alexei Vlásov, subdirector del Centro de estudios postsoviéticos anexo a la Universidad Lomonósov de Moscú, señaló que la decisión georgiana tendrá escasas repercusiones para Rusia. "Hace tiempo que la CEI se transformó en una plaza de negociaciones para otras estructuras integracionistas, como la Comunidad Económica Eurasiática, o para desarrollar proyectos bilaterales", precisó. La CEI, en su opinión, ha sido y sigue siendo un organismo inválido, por lo cual la retirada de Georgia no decide nada.
Asimismo, expertos dudan de que en la CEI se produzca un efecto dominó a raíz de la decisión georgiana aunque los líderes de todos los países postsoviéticos reflexiona estos días acerca del conflicto en torno a Osetia del Sur.
Azerbaiyán, Moldavia y Ucrania podrían en principio cuestionar su permanencia en la CEI, considera Vlásov. Pero la élite política de Ucrania, a diferencia de la georgiana, está muy dividida, de modo que el divorcio con la CEI, si llega a debatirse algún día en el Parlamento ucraniano, difícilmente obtendrá los votos necesarios.
Moldavia está a punto de lograr con Rusia una fórmula de compromiso sobre Transnistria. Y en cuanto a Azerbaiyán, tampoco se atreverá a dar pasos radicales, preocupado como se siente por el futuro de los contratos para el transporte del crudo a través del oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan.
