Rusia ocupa el 131º lugar en la nueva edición del Índice Global de la Paz, lista de 140 naciones confeccionada por expertos de la revista británica The Economist y sus colegas de diversos centros analíticos internacionales. Un año antes, Rusia era la número 118 de un total de 121, es decir, ha subido un peldaño, si excluimos a los países que son novatos en esta lista, escribe el periódico Vedomosti en su editorial del miércoles.
Comentaristas oficiosos en Rusia ya están acostumbrados a explicar las bajas calificaciones del país en diversas listas por la subjetividad de sus autores, la falta de métodos y datos correctos o los recelos habituales.
Esta última circunstancia es cierta por lo visto. El formato que el Kremlin ha escogido para el renacimiento del Estado ruso apela en gran medida a los valores y los modelos del período soviético. En Occidente persiste aún el recuerdo de la Guerra Fría, lo mismo que en Rusia sigue viva la nostalgia de la grandeza que tuvo otrora la URSS. La ausencia del espíritu crítico a la hora de retomar los modelos soviéticos no hace sino instigar los recelos occidentales.
Incluso si dejamos a un lado la retórica habitual al estilo de la vieja canción soviética, esa de "somos gente pacífica pero tenemos un tren blindado en la vía de reserva...", resulta difícil cuestionar el hecho de que un alto nivel de gastos militares, la gran cantidad de armamento exportado y las tensas relaciones con los países vecinos favorecen muy poco la creación de una imagen pacífica. Con todo, el Índice Global de la Paz se ha calculado también a partir de criterios que nada tienen que ver con las relaciones internacionales. Uno de los indicadores más relevantes, por ejemplo, es el grado de desconfianza entre las personas, muy elevado en Rusia. Los autores del estudio le otorgan cuatro puntos de los cinco posibles en este apartado.
Algunos sondeos internos confirman esta situación. El 71% de los rusos cree vivir en una sociedad más desunida y menos concorde que antes, frente al 15% que tiene una visión optimista al respecto, según demuestra una encuesta realizada por el centro sociológico local FOM. De cara a un problema, la gente espera recibir asistencia únicamente por parte de los parientes y los amigos más prójimos. Además, hay una correlación marcada entre el nivel de desconfianza y las estadísticas criminales, en particular, el número de los reclusos. Actualmente, Rusia ocupa el segundo lugar del mundo, después de EEUU, en cuanto a la población carcelaria.
