El caso de Kirguizistán podría convertirse próximamente en el ejemplo más elocuente del triunfo del "imperio liberal", concepto que fue formulado en 2003 por Anatoli Chubáis, jefe del grupo electricista ruso RAO EES, y que contempla la absorción gradual de las economías postsoviéticas por Rusia. El primer ministro kirguís, Igor Chudínov, declaró el martes que esta nación centroasiática está dispuesta a traspasar la mayor compañía gasista del país, Kirguizgas, al control de la rusa Gazprom, así como establecer con ésta una empresa conjunta en materia de la prospección geológica y las redes del transporte del gas.
Poco a poco, el plan de Chubáis va reportando dividendos a Rusia aunque su éxito se limita principalmente a los países que son incapaces de resolver por cuenta propia problemas energéticos. El esquema usado, compra de activos contra deudas, no funcionó en el caso de Ucrania, la cual se opuso categóricamente a ceder su red de gasoductos a Gazprom y no dejó a RAO EES privatizar varias empresas de electricidad a pesar de presiones muy fuertes e incluso en medio de la crisis que se desencadenó en 2004. Bielorrusia también se resistió durante un período prolongado al empuje de Gazprom hasta recabar condiciones más o menos aceptables en lo concerniente a la privatización de Beltransgaz. Fue la amenaza del corte de suministros a raíz de las deudas lo que hizo a Minsk dar el visto bueno al traspaso de la mitad de esta empresa a Gazprom. Los países ricos en hidrocarburos - Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán - ni siquiera examinan la posibilidad de que empresas rusas tengan acceso directo a sus redes de distribución y a la mayor parte de los yacimientos. Las pocas excepciones que hay, por ejemplo, Kashagan y Karachaganak, no hacen sino confirmar esta regla. Ninguna de las naciones económicamente fuertes se apresura a incorporarse al "imperio liberal".
