Ingushetia sigue siendo un polígono en que se van ensayando las más diversas tecnologías. Tecnologías policiales y militares, dado que las tropas y otros cuerpos de seguridad no paran de luchar aquí contra el terrorismo y son requeridos cada vez más a medida que la situación se vuelve peor. Tecnologías criminales, puesto que el mismo principio es válido para los guerrilleros, los cuales reciben apoyo social y reclutan nuevos miembros.
Tecnologías políticas, porque las autoridades se preocupan en primer término por hacer frente a la oposición y tratan de limitar por todos los medios las posibilidades de protesta organizada. Tecnologías de protesta también, habida cuenta de que la oposición se ve obligada a aprender nuevos métodos de propaganda, a falta de oportunidades para usar los tradicionales.
El intento de turno por celebrar un mitin opositor en Nazrán, el pasado sábado, derivó de manera predecible en un enfrentamiento con la policía antidisturbios. La víspera, las autoridades habían proclamado una parte del territorio ingush (en particular, la plaza que iba a ser escenario de la manifestación en Nazrán) como zona de operación antiterrorista. Los proveedores locales de Internet, según el portal opositor Ingushetia.ru, habían bloqueado el acceso a la red, siendo ésta una maneja lógica de impedir la celebración de un mitin en una región en que no existen medios opositores. Con todo, la oposición ya tiene su propio arsenal de métodos, por ejemplo, el de recorrer una localidad casa por casa. Es así como se organizó la campaña "No he votado". La oposición recogió las firmas de 88.000 electores (el 54% del censo) acreditando no haber participado en los comicios parlamentarios de diciembre, mientras que el escrutinio oficial menciona un índice de afluencia del 98% en esta república norcaucásica. La protesta contra falsificaciones iba a ser también el tema del mitin previsto para el sábado.
Las invocaciones de estabilidad por parte del presidente ingush, Murat Ziázikov, no dependen de explosiones y asesinatos de agentes policiales y personas civiles. La estadística de explosiones y asesinatos no depende de operaciones antiterroristas. En el período de la Guerra Fría fue popular la tesis de que las superpotencias usan conflictos armados en los países del Tercer Mundo como polígono para ensayar tecnologías militares. Rusia mantiene un polígono de este tipo en su propio territorio: primero fue Chechenia y ahora, Ingushetia.
