Un análisis más detallado del reciente informe de inteligencia de EEUU sobre el programa nuclear iraní debería causar mayor alarma, en vez de tranquilizar al concierto de naciones, opina Vladímir Dvorkin, colaborador del Instituto ruso de economía mundial y relaciones internacionales.
En primer término, este documento se basa en las hipótesis y en las especulaciones, sin referencia alguna a las fuentes de información, ni siquiera a las anónimas.
En segundo lugar, el informe testimonia que Teherán mintió más de lo que pensábamos a la AIEA y a la comunidad internacional, al afirmar que no desarrollaba armas nucleares.
En tercer lugar, el cese de programas encaminados a la creación de tal armamento podría significar entre otras cosas que el desarrollo de los componentes básicos, tales como misiles, bombas aéreas y cabezas nucleares, ha concluido ya. El misil iraní Shehab-3 no es una réplica de los antiguos proyectiles soviéticos tipo Scud. En vez de cuatro motores, usa un solo motor potente de producción local, lo cual permite transportar la carga útil de 1.300 kilos a una distancia de 1.500 Km, y la carga de 500 kilos, a 2.100 Km aproximadamente, con la posibilidad de incrementar el alcance aún más.
Tampoco es descartable, y el informe estadounidense lo reconoce directamente, que Irán haya adquirido cierta cantidad de plutonio de guerra en el mercado negro.
Despreocuparnos sería prematuro. Lo que podría surtir efecto en las condiciones actuales es una postura consolidada de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, para aprobar una nueva resolución que refuerce notablemente la presión sobre el Gobierno iraní, concluye el articulista.
