La oposición radical consiguió lo que quería, la reciente "marcha de los inconformes" se convirtió en la principal noticia el pasado fin de semana. Y el Gobierno, con el propósito de movilizar a los electores en vísperas de los comicios, les hizo el juego. El poder continúa aplastando a la oposición de todas las formas, rehusando admitir la competitividad política incluso en condiciones que le son favorables desde todos los puntos de vista.
¿Para qué el Gobierno hace el juego a sus adversarios prohibiendo marchas y después deteniendo a sus líderes? A pesar de la debilidad y la fragmentación de la oposición, el Gobierno debe preocuparse de "los escenarios naranja", (Ucrania tras comicios presidenciales en 2004). Y esto va ocurrir después de que los comicios legislativos convocados para el próximo 2 de diciembre se convirtieran en un plebiscito de confianza al actual presidente ruso, Vladimir Putin. Ahora, la cantidad de votos de apoyo que el Gobierno necesita obtener en las urnas ha aumentado considerablemente. El partido oficialista Rusia Unida, encabezado por Putin no puede conformarse con obtener el 50% o el 60% de los votos, porque ese resultado será comparado con el 71,31% obtenido por Putin en las últimas elecciones presidenciales.
Y al ser considerablemente elevados los resultados esperados, se extiende al máximo el marco político de acción del Gobierno. En cada nuevo proceso electoral serán menos los partidos que podrán participar en el proceso político.
En esta ocasión, hubo la posibilidad de detener el proceso en un sistema bipartidista. El proceso de esquematización política no fue llevado hasta el absurdo. Pero ahora se exige el máximo de la simpleza, un líder, un partido.
Desafortunadamente, esa lógica de simplificación también se extiende a la economía. Si quieres influir en la adopción de decisiones, tienes que ser dueño del paquete de acciones de control. Si eres socio minoritario, no eres nadie.
La situación se llevará al absurdo cuando el Gobierno decida que la nacionalización de los negocios es indispensable para poder llevar a cabo la política económica.
