Ali Larijani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional (CSSN) de Irán y principal negociador sobre el problema de expediente nuclear iraní, ha presentado la dimisión. El encuentro con el Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Javier Solana, a celebrarse el martes en Roma, lo sostendrá Said Jalili, viceministro de Asuntos Exteriores de Irán, quien también reemplazará a Larijani en el cargo de secretario del CSSN.
La causa oficial de la dimisión anunciada por Teherán se reduce a que fue el deseo expresado por el mismo Larijani quien desde hace mucha quería dedicarse a otras actividades públicas. Pero esto suscita ciertas dudas.
Larijani dimitió tres días después de que Vladímir Putin concluyera su visita a Teherán, lo que ya de por sí no es nada casual. La histórica visita del mandatario ruso a Teherán, que la mayoría de los medios rusos presentaron como una fehaciente muestra de la amistad ruso-iraní contrariamente al pérfido Occidente, en realidad tenía un sentido mucho más hondo.
Hablando en rigor, sólo un alto cargo iraní comentó los resultados de la visita realizada por Vladímir Putin. Fue Ali Larijani quien habló en público de una propuesta que trajo a Teherán el mandatario ruso y que las autoridades iraníes ya "empezaron a estudiar". Larijani dio a entender que acogía positivamente la idea de Putin, pero dentro de poco dimitió. ¿Querrá decir esto que los dirigentes iraníes rechazaron la propuesta? ¿En qué consistía? Fuentes diplomáticas europeas expresan la siguiente hipótesis que el autor de estas líneas está dispuesto a compartir.
EEUU hizo a Moscú esta oferta: el emplazamiento de la defensa antimisiles en Polonia y la República Checa podría ser aplazado si Irán inhibe su programa nuclear. Si a Washington realmente lo preocupan los misiles iraníes, mientras Irán no abriga los planes de desarrollar su propia bomba nuclear, Moscú hace a ambos países esta propuesta de gran alcance: Irán recibe de los europeos tecnologías del ciclo nuclear completo bajo las garantías diplomáticas de Moscú. Paralelamente, Moscú construye para Irán las necesarias centrales electronucleares. Washington, por su parte, aplaza la instalación de la defensa antimisiles en Europa hasta 2015 como mínimo y se compromete a no emplear la fuerza armada contra Irán. Tal es, según las fuentes diplomáticas, la esencia de la idea promovida hace unos días por la delegación rusa en Teherán. Los interlocutores iraníes prometieron estudiarla.
Y no invirtieron mucho tiempo en hacerlo. Por lo visto, la dimisión de Larijani es la respuesta de Teherán que, primero, no se fía plenamente de Rusia; segundo, no cree a nadie en absoluto y, tercero, cree en la inevitabilidad del conflicto militar con EEUU. Esto último es lo más inquietante.
Autor: Boris Yunánov, comentarista en temas internacionales.
