El director del servicio ruso de seguridad, Nikolái Pátrushev, admitió el miércoles que el atentado contra el tren Nevski Express y la escalada de tensión en el norte del Cáucaso son testimonios de que en Rusia subsiste todavía la amenaza del terrorismo. Algunos expertos entrevistados por la prensa rusa dan a entender que el Kremlin podría aprovechar los recientes sucesos para reforzar la vertical del poder.
Stanislav Belkovski, jefe del Instituto de estrategia nacional: "El régimen lo usará como pretexto para acabar con las ONG desleales. El Kremlin confeccionó una lista de 125 organizaciones incómodas que incluye tanto a algunas fundaciones financiadas por capital extranjero como a grupos nacionalistas. Lejos de implicar a las autoridades en la planificación del atentando, sí creo que jamás desaprovecharán la oportunidad de meter a raya a las estructuras incómodas".
Dmitri Oreshkin, director del grupo Mercator: "Quizás valga la pena reforzar la vertical, siempre y cuando sean destituidos aquellos funcionarios, entre ellos, los de nivel máximo, que no han podido prevenir el incidente usando las facultades que tienen. De lo contrario, cada atentado terrorista no hará sino proporcionar nuevos poderes a la gente cuya obligación es prevenirlo. A la larga, ello repercute también en el prestigio de Putin porque la opinión generalizada es que él responde por todo".
Emil Pain, colaborador del Instituto de Sociología: "Dudo de que pueda haber cambios radicales en la situación política previamente a las elecciones, ni siquiera bajo el pretexto de la lucha antiterrorista". Valeri Riazanski, subjefe de la fracción Rusia Unida: "La vertical del poder es lo suficientemente fuerte, así que los servicios secretos no necesitan poderes adicionales".
Yuli Rybakov, defensor de derechos humanos: "Se busca un pretexto para ajustando las tuercas aún más de cara a las elecciones. Son métodos tan viejos como el mundo. Previamente a la primera elección de Putin hubo explosiones de edificios en Moscú".
Víctor Máslov, gobernador de la Provincia de Smolensk y, en el pasado, alto oficial del Servicio Federal de Seguridad (FSB): "Demasiado temprano para desestabilizar la situación en el contexto electoral, y poco serio, para hacer una demostración de la fuerza. Es una explosión que, por su contenido, raya en el terrorismo pero se parece a un acto vandálico por su ejecución. En cualquier caso, las autoridades deberían evitar una reacción excesivamente drástica. De lo contrario, dará la impresión de que el suceso tiene un carácter sistémico".
