Los países de la cuenca del Ártico procuran reforzar sus puestos de avanzada en la zona polar. Un grupo de investigadores estadounidenses salieron ayer de Seattle, a bordo del rompehielos Healy, con rumbo al Océano Glacial Ártico. El objetivo oficial de la expedición es examinar los posibles efectos del calentamiento global en las latitudes polares pero nadie duda de que, en realidad, Washington se ha propuesto incrementar su presencia en esta región.
Que el Ártico haya acaparado tanta atención ahora, parece un preludio al nuevo reparto global. La humanidad es cada vez más numerosa y más potente en cuanto a la capacidad industrial. Empieza a faltarle el espacio, por lo cual cabe esperar en la próxima década una redistribución de vastas áreas que hasta la fecha son consideradas como tierra de nadie. Lo más probable es que al Ártico le siga el Antártico, y luego el fondo del Océano Mundial. Una vez repartidos los hielos y las profundidades marítimas, podría venir el turno de territorios que ciertas naciones desaprovechan, en opinión de países más prósperos y pujantes.
No todo el mundo comparte pronósticos semejantes. El diputado ruso Konstantín Kosachov, jefe del Comité de asuntos internacionales en la Cámara baja, duda de que las grandes potencias se sientan aquejadas por la falta de espacio. "Siendo grandes, han de pensar en el futuro más que en el presente. En este sentido, los principales recursos para el desarrollo de la civilización humana no están en el Sur sino en el Norte, donde se concentran las principales economías industrializadas y, en comparación con el Antártico, no hay tantas dificultades de acceso. Dedicarse a la distribución de los recursos naturales y a los aspectos jurídicos de su explotación es, a día de hoy, un objetivo importante para cualquier potencia global capaz de pensar estratégicamente".
Kosachov está convencido de que la disputa sobre la pertenencia de la plataforma continental del Ártico se va a resolver en el marco legal. "El urgente envío de un rompehielos a estas latitudes es una acción que no tiene mucho sentido práctico y, más bien, trata de calmar a la opinión pública dentro de EEUU. Lo que procura la Administración estadounidense es que nadie la acuse de pasividad, falta de iniciativa o concesiones a favor de Rusia", opina el parlamentario.
