El primer resultado concreto de la cumbre Bush-Putin en Kennebunkport es el acuerdo sobre la ulterior reducción de arsenales nucleares en poder de EEUU y Rusia. A la larga, el potencial antimisil y estratégico de Washington podría escapar al control de Moscú.
La necesidad de preservar el mecanismo de control previsto en el tratado START, de 1991, es evidente, entre otras cosas, porque sería prácticamente ineficaz sin ello el acuerdo de 2002 que prevé reducir el número de las ojivas estratégicas activas a 1.700-2.200 para el año 2012. El tratado START expira en 2009, así que Washington y Moscú han anunciado ya la intención de celebrar nuevas negociaciones al respecto.
"Putin y Bush han prevenido la deriva hacia una reedición de la Guerra Fría", piensa Serguei Rógov, director del Instituto ruso de EEUU y Canadá. Es hora de iniciar "una especie de regateo político militar", opina este experto, pero la probabilidad de que el nuevo acuerdo sea firmado con la actual Administración de Bush es de 50 a 50.
Moscú quiere que en la Europa del Este no haya antimisiles estadounidenses ni radares capaces de controlar toda la zona europea de Rusia, señala Víctor Yesin, ex jefe del Estado Mayor de las Tropas Estratégicas de Rusia. A cambio, se ofrece a Washington "la zanahoria", a saber, explotación conjunta de los radares de Gabala y Armavir, así como el intercambio de información sobre lanzamientos de misiles. Los estadounidenses están dispuestos a "comer la zanahoria" pero se resisten a archivar el plan de elementos DAM en Polonia y República Checa, considera el experto militar.
La parte rusa, según Yesin, quiere preservar el control sobre la reducción de armas estratégicas ofensivas. EEUU, aparentemente, aspira al mismo objetivo pero interpreta lo del control a su manera. Los estadounidenses creen irrefutable la tesis de que "ya no somos enemigos", y por tanto, les parecen prescindibles las formas y los procedimientos del control previstos en el tratado START. Lo que pretende Washington, en opinión de Yesin, es controlar las fuerzas nucleares estratégicas de Rusia a través del programa Nunn-Lugar, prolongado en 2007 por siete años, pero al mismo tiempo no quiere que los rusos inspeccionen el territorio de EEUU ni van a incluir tal procedimiento en el nuevo acuerdo.
