La actividad de Rusia en lo que respecta al desarrollo de nuevas redes del transporte del gas suscita preocupación en los países de la UE. Noruega, que se ha propuesto para mediados de la próxima década incrementar en un 55% el suministro del gas natural al mercado comunitario, podría salvar a Europa de la dictadura energética rusa. Los expertos opinan que la competencia revertirá en beneficio de Moscú.
El ministro noruego de Energía y Petróleo, Odd Roger Enoksen, dijo el martes que Oslo abordará el aumento gradual de las entregas del gas a finales de 2007, a medida que se vayan poniendo en marcha los nuevos yacimientos, en particular, Ormen Lange, en el Mar del Norte, y Snoehvit, en el Mar de Barents.
Semejante evolución de los acontecimientos, en opinión de analistas occidentales, debería inquietar a los magnates rusos del gas. Sin embargo, varios expertos rusos dudan de que el incremento de las exportaciones desde Noruega pueda cambiar radicalmente la situación en este mercado.
Dmitri Sorokin, subdirector primero del Instituto ruso de Economía, piensa que los escandinavos no representan peligro alguno para los exportadores rusos del gas. La demanda de este hidrocarburo sigue en constante aumento, así que la entrada de Noruega en el mercado europeo no supondrá problema alguno para Rusia. "Los suministros procedentes de Noruega van a completar simplemente a los rusos", considera él.
Ayer se supo que la demanda del gas en el mercado global subió el pasado año en un 2,5%. En los primeros cinco meses de 2007, Rusia exportó 59.860 MM de metros cúbicos, un 18% más que en el respectivo período de 2006.
Igor Beliakov, del Grupo de expertos económicos, cree que la aparición de un nuevo jugador en el mercado del gas será provechosa para la industria rusa de hidrocarburos. "Ya es hora de incrementar las inversiones en la producción y la transformación del gas, así como en los programas I+D y la modernización tecnológica del sector. La competencia podría empujar a Rusia en la dirección correcta", observó él.
