Un auxiliar del presidente ruso, Víctor Ivanov, envió al primer ministro una carta en la que propone tomar medidas urgentes para apoyar la construcción de máquinas herramientas en el país, en particular, introducir el monopolio del Estado sobre la importación y exportación de tales equipos.
Ivanov se ocupa en el Kremlin de la política de personal y raras veces firma documentos de contenido económico a menos que se trate de Aeroflot y Almaz-Antey, dos empresas en que él encabeza los consejos de directores. La reacción del jefe del Gobierno no se hizo esperar: Mijaíl Fradkov pidió a diversas instituciones evaluar la propuesta y presentar sendas conclusiones para el 10 de julio.
La industria rusa de máquinas herramientas está representada hoy por 300 empresas sueltas cuyos productos, hechos a partir de una tecnología obsoleta, tiene poca demanda en el mercado local, constata Sagadat Jabírov, director general del grupo Stankoimport. En el año 1990, Rusia era la tercera productora mundial de máquinas herramientas; actualmente, ocupa la 22ª posición, correspondiéndole el 0,3% de la producción global. Según las estimaciones de Jabírov, la cuota de Rusia no rebasa el 1% en el mercado internacional de tales equipos cuya capacidad alcanza US$1.000-1.500 millones al año.
Las empresas que no están controladas por el Estado, como Russkie Mashiny (RM) o Comtech, ven con malos ojos la iniciativa de Víctor Ivanov y creen que el monopolio público en la exportación e importación de máquinas herramientas sería un intermediario innecesario. La RM, por ejemplo, compra equipos en concursos abiertos y no se imagina cómo podría funcionar el esquema propuesto.
Representantes del instituto Metmash, especializado en el desarrollo de maquinaria metalúrgica, respaldan la propuesta con algunas salvedades. "Todo dependerá de la estructura de gestión y de la naturaleza de recursos - privados, públicos o mixtos - que se vean implicados en el proyecto", observó un alto ejecutivo de dicha entidad.
