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"La guerra de monumentos" entre Rusia y Estonia ya está afectando a los negocios internacionales. Gaceta

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A juzgar por todo, Estonia ha ideado una respuesta económica a las sanciones no oficiales por parte de Rusia. Después de que los ferroviarios rusos suspendieran el transporte de petróleo ruso, Estonia adoptó una postura intransigente respecto al tendido del gasoducto Nord Stream por el fondo del Mar Báltico.

 

El sábado se informó de que el primer ministro estonio Andrus Ansip se negó a recibir a Gerhard Schreder, presidente del consejo de accionistas de Nord Stream. El motivo fundamental fueron las recientes declaraciones del ex canciller de Alemania quien dijo que el traslado del monumento al Soldado Libertador y de los restos mortales de combatientes soviéticos pueden interpretase como un agravio a los rusos que habían combatido contra el nazismo.

Se suponía que el 8 de mayo, Ansip y Schreder se reunirían para tratar la posibilidad de trasladar el itinerario de Nord Stream de la zona económica finlandesa a la estoniana, donde el fondo es más profundo y plano.

No hace mucho, Estonia le negó a Rusia la autorización para realizar trabajos de investigación en sus aguas, alegando a una incorrecta formalización de la solicitud. Una nueva tramitación de los documentos ocupará unos cuatro meses, o sea, todo el período estival, el más propicio para los trabajos de investigación.

Además, las autoridades de Estonia han vuelto a expresar un especial desvelo por la ecología del Mar Báltico, considerando que la principal amenaza es generada por el mismísimo Nord Stream. El ministro de Economía y Comunicaciones, Juhan Parts, plantea la necesidad de elaborar variantes alternativas del itinerario, incluyendo el por tierra firme, y presentarlas a examen de representantes de todos los países de la Unión Europea.

La terquedad de Estonia en el tema de tendido del gasoducto subacuático ya le costó al presupuesto de este país más de $400 millones (un 3% del PIB). A partir de 2005, el precio de gas suministrado a Estonia casi se triplicó: de $90 a $260 por mil metros cúbicos. Un precio igual paga Alemania que está dos veces más lejos de Rusia que Estonia. Ello no obstante, si Estonia no satisface las solicitudes del monopolio ruso Gasprom y sus socios en el consorcio Nord Stream, las pérdidas ya serán por cuenta de ellos.

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