Todo indica que el proyecto de una alianza del gas antirrusa, cuya creación promueven activamente EEUU y la UE, va a fracasar sin haber tomado cuerpo siquiera. El pasado jueves, Kazajstán manifestó nuevamente su renuencia a participar en la construcción del Gasoducto Transcaspio (GT) hacia Erzurum (Turquía), a espaldas de Rusia.
El presidente kazajo Nursultán Nazarbáiev había criticado la idea del GT varias semanas antes, tras una visita del primer ministro de Rusia, Mijaíl Fradkov, quien había mencionado la posibilidad de ofrecerle a Kazajstán una serie de garantías a largo plazo en lo concerniente al tránsito de sus hidrocarburos. Poco después, la UE se apresuró a decir a los eventuales participantes del proyecto que estaría dispuesta a proporcionarles ayuda política y financiera en la construcción del GT, pero Kazajstán no cambió su postura.
Según la parte kazaja, el proyecto se enfrentaría con muchas dificultades, ante todo, el status del Mar Caspio. "En la cuenca del Caspio se encuentran cinco países, cada cual, con sus intereses", recordó ayer Bolat Akchulákov, ministro kazajo de Energía y Recursos Minerales. El funcionario presentó esta explicación en el transcurso de una reunión del Comité de cooperación parlamentaria Kazajstán-UE que tuvo lugar el jueves en Astaná, la capital kazaja.
La delegación europea hizo un intento por apelar a la experiencia de Rusia, la cual toma decisiones unilaterales sobre el Gasoducto del Norte de Europa, pero este argumento no convenció al ministro kazajo. "El Mar Báltico es profundo y forma parte del Océano Mundial, mientras que el Caspio, lamentablemente, es un mar interno", precisó Akchulákov. Es un espacio acuático singular y muy vulnerable en plano medioambiental, agregó él.
Según las expectativas de Bruselas, la tubería transcaspia debería ser una continuación lógica de otros dos gasoductos: Nabucco (Turquía-Austria) y Bakú-Tbilisi-Erzurum (Azerbaiyán-Georgia-Turquía). De implementarse el proyecto, Kazajstán sería uno de los proveedores más importantes del gas para el mercado europeo. Con todo, la preocupación de Astaná por el precario equilibrio ecológico del Mar Caspio puede poner cruz y raya a los planes de la UE, cuyo objetivo es diversificar la importación del gas.
