El Estado ruso entregó en fideicomiso a Transneft su participación en el capital social del Consorcio de Transporte por Tubería del Caspio (CTC). Los "cuellos blancos" esperan que la compañía pública protegiera mejor los intereses del país en el proyecto, pero los expertos lo ponen en duda.
El presidente Putin firmó el decreto, por el cual se entrega en fideicomiso a Transneft el 24% de la participación en las CTC-R Ltd. y CTC-K Ltd. La transacción busca el objetivo de "hacer más eficaz la gestión de las acciones", comunicaron los portavoces del Kremlin. Adelantó la iniciativa el Ministerio de Industria y Energía.
Dejan mucho que desear las relaciones de Rusia con los accionistas privados del CTC. En 1996 los accionistas acordaron aumentar la capacidad de la tubería hasta 67 millones de toneladas de crudo al año. Rusia se opone a esta decisión, exigiendo reducir de 14% al 10,5% los intereses de los créditos captados para financiar el proyecto y aumentar de 29 a 38 dólares la tarifa de transportación de una tonelada de petróleo. Los créditos caros ocasionan pérdidas por no pagar el consorcio los impuestos, se queja el Ministerio de Industria y Energía.
En la junta general de accionistas del CTC, celebrada a finales de marzo, no se abordó el tema, relativo a las exigencias rusas, afirma un representante del consorcio. La situación sigue siendo complicada y pendiente de arreglo, confiesa un representante de Chevron. Los accionistas privados se negaron a comentar la decisión tomada por la parte rusa. No obstante, la entrega en fideicomiso a Transneft de la participación estatal en el capital social del CTC podría dar pie al conflicto de intereses, advirtió Chevron.
