Las señales contradictorias que van llegando desde Polonia, sobre el posible desbloqueo de las negociaciones entre la UE y Rusia, confirman que el veto de Varsovia - una respuesta al embargo ruso sobre la carne y los vegetales de procedencia polaca - apuntaba contra Europa más que contra Rusia.
El portavoz de la Comisión Europea, Johannes Laitenberger, anunció el miércoles que Polonia está dispuesta a desbloquear el proceso negociador para la firma de un nuevo acuerdo de cooperación estratégica entre Bruselas y Moscú. Acto seguido, el primer ministro polaco Jaroslaw Kaczynski volvió a vincular el tema con el cumplimiento de las viejas condiciones: Moscú debe levantar su embargo y ratificar la Carta Europea de la Energía.
Ya en otoño pasado, cuando Polonia se opuso al inicio de las negociaciones entre la UE y Rusia, esta acción se atribuía al descontento de Varsovia con el trato que los novatos reciben por parte de los veteranos de la UE. Últimamente, Bruselas compagina la presión sobre Polonia con pequeñas concesiones, y es probable que la declaración emitida ayer persiga el mismo objetivo.
Alemania, como presidente de turno de la UE, intenta eliminar las discrepancias de cara a la cumbre UE-Rusia, prevista para el próximo 18 de mayo. Se prevé que los ministros de Exteriores de la UE definirán el 23 de abril el mandato de la futura negociación.
Hay otro motivo probable en el fondo. Polonia pretende acoger en su territorio antimisiles estadounidenses, lo cual sube la autoestima de Varsovia y la hace sentirse principal aliada de Washington en Europa. Por consiguiente, ya le interesa en menor grado enfrentarse con Bruselas.
La intención de Moscú es que Bruselas obligue a Varsovia a desvincular lo político de lo económico. El actual convenio de asociación y cooperación entre la UE y Rusia expira en diciembre próximo y las partes no quieren optar por la prórroga automática. La firma de un nuevo acuerdo será en todo caso un acontecimiento de gran importancia, tanto en plano geopolítico como en lo relativo a la imagen. Últimamente, Rusia apuesta por Europa en su política externa, viendo en la UE un contrapeso a EEUU. A la UE le corresponde el 52,7% en el volumen del comercio exterior de Rusia, por lo cual es una apuesta justificada también en lo económico.
