Washington lamenta que los planes de emplazar elementos del sistema de defensa antimisil en Europa del Este provoquen una actitud de rechazo por parte de Moscú, dispuesto a retirarse del Tratado de eliminación de los misiles de alcance medio y más corto en Europa. La Casa Blanca se empeña en disipar los recelos de Rusia. A su vez, expertos rusos llaman la atención sobre el acordonamiento de Rusia por objetivos militares de EEUU.
Durante audiencias en el Congreso, Brian Green, alto cargo del Pentágono, aseveraba que los antimisiles en Polonia y el radar en la República Checa no representan peligro por el mero hecho de ser incapaces de interceptar misil balístico intercontinental ruso en caso de conflicto con EEUU. A su vez, el teniente general Henry Obering, director de la Agencia estadounidense de Defensa contra Misiles, dijo a los congresistas que el escudo norteamericano podría proteger no sólo a los aliados norteamericanos en la OTAN sino también la parte europea de Rusia.
"No importa si los radares norteamericanos registran o no el lanzamiento de un misil ruso", opina Sergéi Kazénnov, experto del Instituto de Seguridad Nacional y Estudios Estratégicos.
Según él, lo más alarmante es el hecho de que "EEUU esté acordonando a Rusia con sus bases y otros objetivos militares". A la luz de ello, el propio emplazamiento de la defensa antimisiles en Europa pone en duda la afirmación de que este sistema esté destinado a proteger a EEUU contra los misiles de los países gamberros.
El peligro que para Rusia entraña la defensa antimisil norteamericana, opina Kazénnov, está no tanto en las características técnicas de los radares y antimisiles como en la tendencia de los objetivos militares a la ampliación, al aumento de su infraestructura y a un acercamiento paulatino a Rusia". A propósito sea dicho, el propio Pentágono no descarta que su sistema de defensa antimisiles pueda ser extendido al mar y al espacio.
