Artículo firmado por el presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, en el periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung
Pertenezco a una generación de europeos con suerte; una generación que sólo ha conocido una Europa occidental unida espoleada por la voluntad de estrechar lazos, cerrar heridas y extender sus valores democráticos. Soy un ciudadano español y europeo para el cual este proyecto en expansión de la Unión Europea ha sido el punto de referencia para avanzar en lo más preciado que tenemos: la paz y la cohesión social y territorial. Porque como muy bien previeron sus fundadores, la unión económica era la excusa, el germen esencial para este gran proyecto político.
Para mi país, la Unión Europea fue un sueño inalcanzable durante los oscuros años de la dictadura franquista. Del otro lado de los Pirineos nos llegaban aires de progreso, libertad y reconciliación que modelaron nuestro espíritu. Europa fue durante todas esas décadas de represión la aspiración central de nuestro exilio interior y exterior. Quizá por eso España, incorporada al club en 1986, ha avanzado tanto y tan deprisa.
La solidaridad de nuestros socios europeos ha sido crucial para imprimir velocidad a un proceso de convergencia difícilmente equiparable. Nuestra renta per cápita ha pasado en poco más de 20 años del 71% de la media europea a rozar el 100%. Hemos sido alumnos aventajados en la adopción del euro y hemos acometido reformas de tal envergadura a todos los niveles que hoy en día España se ha convertido también en el lugar preferido del resto de los europeos como lugar de trabajo. Somos ya la octava economía del mundo, importantes generadores de empleo y de ayuda al desarrollo. Estamos en una nueva posición sobre la que afianzar nuestro profundo europeísmo.
Pertenezco a una generación de españoles con suerte que puede celebrar con emoción el 50º cumpleaños de este proyecto. Es un proyecto que ha sido capaz de incorporar a los países del Este, logrando la ansiada reunificación de forma incruenta. Por eso hemos construido un espacio de tolerancia sin fronteras, comprometido con la democracia, la buena vecindad y la cooperación. La Unión Europea es, en definitiva, el proyecto civilizador más exitoso del planeta y el progreso español es una buena prueba de ello.
El Tratado Constitucional, expresamente rechazado por dos socios fundadores, contiene algunas de las soluciones que la Unión requiere para seguir avanzando en el siglo XXI. Por eso España, que junto a otros 17 países de la Unión ha aprobado ya el texto constitucional, está dispuesta a colaborar estrechamente con la presidencia alemana para encontrar nuevas energías para una nueva Europa, optimista respecto a sí misma y su futuro.
Un optimismo cuyo reflejo es el lugar de esta celebración en conmemoración del 25 de marzo de 1957: Berlín, una ciudad antaño dividida y ahora símbolo del reencuentro y el progreso.
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