EL PRESIDENTE FORMAL DE CHECHENIA SUSTITUIDO POR PRESIDENTE EFECTIVO. VREMIA NOVOSTEI

La situación incandescente en las cumbres del poder en Chechenia queda arreglada. El premier Ramzan Kadirov, de 30 años, fue nombrado presidente interino. Este proceso de sucesión al trono, en que Alú Alkhanov de hecho desempeñó el papel de regente antes de que el sucesor alcanzara la mayoría de edad política, está prácticamente concluido. El propio Alkhanov fue destinado al cargo de viceministro de Justicia de Rusia.

El equipo del primer presidente prorruso de Chechenia, Ahmat Kadirov, desde el momento de su muerte  a raíz de un acto terrorista perpetrado en mayo de 2004, consideraba a Ramzan  como sucesor de su padre lo que, sin embargo, impedía la Constitución de Chechenia aprobada en marzo de 2003. La  Carta Magna de la república establece la edad de 30 años para postularse a la presidencia.
Ahmat Kadirov necesitaba Constitución para convertirse de gobernante nombrado por Moscú, quien había sido muftí separatista, en presidente legítimo. No se quiso cambiar la letra de la Constitución a fin de llevar al poder al heredero de 27 años.
Ramzan cumplió 30 años el 5 de octubre de 2006. Al presidente Alkhanov electo por todo el pueblo le quedaban dos años hasta el fin de su mandato pero no se tuvo reparos en proponerle abandonar su cargo. Ramzan sí tenía prisa porque su carrera depende del presidente de Rusia  quien puede quedar sustituido por otro (las elecciones presidenciales están fijadas para marzo de 2008).
Hubo tiempos en que el siempre triste Alkhanov, este rey sin reino, quien había peleado contra los separatistas, era el hombre más indicado para asegurar los intereses de Rusia en Chechenia.  O quizás se preocuparan de que se desviaran los 2 millones de toneladas de petróleo de buena calidad que la empresa "Rosneft" extrae todos los años en Chechenia. El que podía - y quería - acapararlos era el carismático hombre alegre  Ramzan Kadirov que está al mando de miles de ex separatistas a quienes otorgó carnés de agentes de policía.
Pero, por más que se diga de sus modales algo rudos, es evidente que Chechenia vive grandes cambios para mejor, mientras que el dueño real de Chechenia es justamente Ramzan Kadirov y ni el presidente actual.
Por otra parte, la Constitución sigue obstaculizando las ambiciones de Ramzan Kadirov. El parlamento electo hace un año y medio aún no ha tenido tiempo para sustituir la elección del presidente por su aprobación  por los diputados. La Constitución de la república reza que para ello es preciso convocar la asamblea constitucional.
El representante plenipotenciario del presidente, Dmitri Kozak, ha hecho recordar que según la ley debe haber como mínimo dos candidatos a la presidencia. Pero no habrá sorpresas ni casos imprevistos pues el mecanismo político checheno está ajustado idealmente a un solo candidato como pistola a la bala de determinado calibre.
La presidencia de Kadirov que no admite delimitación de poderes acabará por convertir a Chechenia en excepción atractiva de las normas federativas generales. La Chechenia de Kadirov supone no sólo una independencia interna respecto al derecho escrito de Rusia. Supone también nuevas reglas de relaciones entre el centro y las regiones, situación en que en buena medida una región impone sus reglas.