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LA BANCARROTA DEL NEOCONSERVADURISMO EN EE.UU. ES UNA LECCIÓN PARA RUSIA. VEDOMOSTI

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Una situación sugestiva se está configurando de cara a los comicios presidenciales de 2008 en EE.UU. Por primera vez en muchos años, el presidente que ha cumplido dos mandatos no tiene sucesor, si vale esta expresión. El bando de los neoconservadores norteamericanos simplemente no tiene un líder público. Los candidatos más probables por el Partido Republicano son John McCain y Rudolph Giuliani que en modo alguno pueden ser catalogados entre los neoconservadores.

 

Lo dicho significa que los neoconservadores estadounidenses tienen escasas probabilidades de mantener su influencia en las autoridades y que, a partir de 2009, el rumbo político será revisado sin falta. Dicho en otros términos, pasados dos años, EE.UU. será distinto no importa quién gane: Hillari Clinton, McCain, Obama o Giuliani.

Tal giro de acontecimientos evidencia también la bancarrota de la política de neoimperialismo y neoconservadurismo como tal. Esta política, basada en el seudopragmatismo y empleo unilateral de la fuerza, tarde o temprano debía conducir a errores y desaciertos estratégicos. Para Bush tal error fatal fue la guerra de Irak que demostró que el pragmatismo táctico conjugado con el empleo unilateral de la fuerza armada y el menosprecio de las normas legales universalmente reconocidas puede desembocar en grandes pérdidas estratégicas.

Es una experiencia aleccionadora también para Rusia. En nuestro país de momento se sienten por la libre nuestros propios neoimperialistas y neoconservadores para quienes el objetivo fundamental no es un sostenible desarrollo económico de la nación ni las buenas relaciones con los Estados lindantes, sino el control sobre la cantidad máxima de riquezas materiales tanto en Rusia como en el extranjero. Las autoridades de Rusia que de palabra someten a críticas a EE.UU. por sus agresivas acciones unilaterales en política exterior, en realidad están imitando la política de Washington en sus peores formas. Justificando las sanciones decretadas el año pasado contra Georgia, incluso nuestros cargos oficiales las comparaban con el bloqueo de Cuba impuesto por EE.UU. Para justificar los suministros de armas a Irán y Siria se aducía como ejemplo la política practicada tradicionalmente por EE.UU. para respaldar a regímenes de dudosa reputación, pero que eran aliados de Washington.

Otro motivo para trazar paralelos. La mayoría en ambas cámaras del parlamento logrado después de 2002, erosionó el sentido común de los neoconservadores republicanos. Esto condujo a que dieran muchos pasos mal pensados. Las analogías con la realidad rusa hablan por sí mismas.

Afortunadamente para los norteamericanos, su sistema político permite remediar los errores sistémicos de los últimos años y apartar del poder a los neoconservadores. En Rusia la democracia brilla por su ausencia. Por lo tanto, se mantiene el riesgo de los errores trágicos que puedan cometer nuestros propios neoimperialistas.

El autor es Vladimir Milov, presidente del Instituto de Política Energética

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