Las relaciones entre Moscú y Minsk, ya de por sí tensas a raíz del conflicto en materia de hidrocarburos, podrían deteriorarse aún más, esta vez, en el ámbito militar.
Minsk quiere que Moscú le pague por el uso de varias instalaciones militares situadas en el territorio de Bielorrusia, ante todo, un centro de control sobre submarinos que se encuentra en Vileyka y la estación de radares de alerta temprana en Baranovichi, cuya misión es detectar los lanzamientos de aparatos espaciales y misiles balísticos a una distancia de varios miles de kilómetros.
Sin la estación de Baranovichi, Rusia será totalmente ciega en su flanco occidental porque los demás medios disponibles permiten controlar el espacio a una distancia de apenas 60 Km., lo cual no deja el tiempo necesario para preparar un contraataque, afirma el coronel general Pavel Kozlovsky, ex ministro de Defensa bielorruso. Incluso cuando haya entrado en servicio la nueva estación de radares cerca de San Petersburgo, dentro de un año, el problema va a subsistir porque el centro de Baranovichi tiene mayor potencia y se encuentra además a varios centenares de kilómetros hacia el oeste.
A día de hoy, Rusia usa la estación de Baranovichi a título gratuito, permitiendo a las unidades bielorrusas de defensa antiaérea realizar a cambio ejercicios militares y aprovechar lanzamisiles S-300 en polígonos rusos.
El centro de control sobre submarinos que se encuentra en Vileyka también resulta imprescindible para Moscú porque sin él será difícil controlar amplias zonas navales. De momento, se desconoce qué precio van a pedir los políticos de Minsk por el uso de ambas instalaciones militares. Habrá un regateo a este respecto. Pavel Kozlovsky, por ejemplo, considera que a Rusia le sería más ventajoso no cobrarle nada a Bielorrusia por el gas natural durante medio siglo que iniciar la construcción de obras similares en territorio propio, en alguna de las regiones occidentales del país.
