La tercera prueba del flamante misil balístico ruso Bulava, que debe instalarse a futuro en la nueva generación de submarinos nucleares estratégicos, ha sido tan fallida como las dos anteriores. Lanzado desde el Dimitri Donskoy, el portamisiles sumergible de propulsión nuclear, el proyectil no ha podido cubrir la trayectoria prevista entre el Mar Blanco y la península de Kamchatka.
Los militares rehúsan comentar el suceso pero es evidente que el fracaso pone en peligro el sofisticado y costoso programa que contempla modernizar la componente nuclear de las fuerzas navales rusas de disuasión estratégica.
Para el próximo año, Rusia tiene prevista la botadura del Yuri Dolgoruki, buque insignia de la futura escuadra integrada por un mínimo de cinco submarinos nucleares estratégicos de la nueva generación, cada uno de los cuales llevará 12 misiles tipo Bulava, con diez cabezas nucleares de guiado individual. Esta flotilla debe incorporarse a la Armada rusa en 2010, a más tardar. Es una especie del Rubicón para Rusia donde habrá quedado, para la fecha en cuestión, apenas una decena de submarinos estratégicos, de un total de 27 disponibles actualmente.
Desde que en 1998 se inició el desarrollo del misil Bulava, la única prueba exitosa fue el lanzamiento de una maqueta del tamaño real desde un silo. Todos los demás ensayos se vieron abortados.
Anatoly Perminov, director de la agencia espacial Roscosmos, sostiene que ‘no ha pasado nada grave' y que los ingenieros van perfeccionando las características del misil tras cada lanzamiento. Se requieren, según él, entre 12 y 14 pruebas más. Al ritmo que van las cosas, ello significa tres años más.
Para el próximo mes de febrero, una comisión oficial deberá definir las causas del último lanzamiento fallido pero el respectivo informe será clasificado como secreto. El Ministerio de Defensa ruso ha creado entretanto otra comisión para averiguar cómo han trascendido a la prensa las noticias de pruebas abortadas.
