Aun después de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara por unanimidad las sanciones contra Irán, no es la última vez que Teherán enfrenta a Moscú y Washington. Tarde o temprano, la cooperación técnico-militar entre Rusia e Irán se convertirá en un serio escollo para las relaciones ruso-norteamericanas.
Para Moscú, la resolución del Consejo de Seguridad representa una salida óptima de las discusiones sobre el programa nuclear iraní. Los diplomáticos rusos consideran como mérito suyo el que las sanciones en modo alguno afecten los contratos con Irán tanto en el ámbito de energía nuclear como en el de suministros de armamentos.
Anatoli Tsyganok, director del Centro de Pronosticación Militar, opina que "Rusia seguirá manteniendo cooperación militar con Irán" y supone que "se tratará de armamentos defensivos". El experto hace recordar que "la venta de tales armamentos se inscribía en el mantenimiento de la seguridad de la central electronuclear de Bushire (medios de defensa antiaérea con alcance de 40-60 kilómetros).
Para Washington, mientras tanto, las sanciones no son otra cosa que la primera decisiva señal a Irán que inevitablemente sería seguida de otros pasos, más rígidos y, tal vez, hasta radicales, pues no cabe la menor duda de que Teherán menospreciará las sanciones impuestas. Precisamente desde esta óptica deben interpretarse los llamamientos, dirigidos por Estados Unidos a Rusia, a adoptar medidas más enérgicas respecto a Irán, así como las filtraciones de la información a la prensa (¡sorprendentemente casuales!) que versan de la encomienda de preparar el informe sobre las variantes y consecuencias del golpe militar contra Irán, dada por el Congreso USA a la Administración de Bush.
Sólo un golpe aéreo contra Irán podría ser eficaz y surtir el efecto apetecido: eliminar los objetivos que reduzcan a cero el programa nuclear iraní, retrotrayéndolo a sus orígenes. Según datos no oficiales, estos objetivos ya están definidos. Son cinco, siendo de señalar que uno de ellos se encuentra en Teherán. Unamos estos datos con los planes iraníes de modernización del sistema nacional de defensa antiaérea con nuevos misiles antiaéreos de fabricación rusa y tendremos como resultado probable un gravísimo problema en las relaciones entre las dos grandes potencias, homologable por su peligro explosivo con la crisis de los misiles en Cuba (octubre de 1962).
