Ya en virtud de la situación geográfica, el desenlace y las formas de arreglo de los conflictos entre Georgia y sus repúblicas independentistas tienen para Rusia vital importancia, tal vez, incluso mayor que el caso de Kosovo para Europa.
El contenido político de la postura rusa se reduce al reconocimiento de estos dos principios: integridad territorial y derecho a la autodeterminación. Al propio tiempo, Moscú da a entender que en el caso de Georgia, el principio de integridad territorial no es algo inamovible y no debe aplicarse mecánicamente. Tal postura dejaba un determinado margen de maniobra .Pero este margen se va reduciendo cada vez más, corriendo Rusia el peligro de ser acusada de congelar los conflictos tanto por las repúblicas independentistas (Abjasia, Osetia del Sur) como por Georgia.
Cada una de las dos posibles opciones -a favor de la integridad territorial o a favor de la secesión- acarrea para Rusia tanto ventajas como desventajas. En caso de que Abjasia y Osetia del Sur sean forzosamente reinsertadas en el seno de Georgia, ello provocaría el surgimiento de nuevos focos de tensión en el sur de Rusia (Osetia del Norte, Adygueya, Chechenia, Carachaevo-Circasia). Al propio tiempo, Rusia no puede contar con la lealtad por parte de Georgia. De otro lado, Rusia, como cualquier otro Estado, está obligado a defender los intereses de sus ciudadanos que en su mayoría son los habitantes de Abjasia y Osetia del Sur, privados del derecho a la libre expresión de su voluntad en la URSS y, luego, en la Georgia independiente.
A los habitantes de Abjasia y Osetia del Sur hasta el momento nadie les ha explicado en términos más o menos claros por qué los kosovares y montenegrinos tienen derecho a la separación, y ellos, no. Las alegaciones a la "singularidad" del caso de Kosovo son poco convincentes para la población de Abjasia y Osetia del Sur. En caso de que la independencia de Kosovo sea jurídicamente formalizada, incluso las personas poco legas en la política verán toda falsedad de la postura mantenida por Occidente. De un lado, EE.UU. y Europa, para castigar al régimen "despótico" de Serbia, inconveniente para ellos, le desgajan a este país una parte de su territorio, pero de otro, ese mismo grupo de los países más influyentes priva a otros pueblos del derecho a la autodeterminación, respaldando con este fin el obediente y "democrático" régimen en Georgia, opina Alexander Aksenionok, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Federación Rusa, delegado especial del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia para Bosnia y Slavonia del Este (1995-1998).
