A finales de la semana pasada, los Astilleros del Norte (San Petersburgo) entregó a la República Popular de China el segundo destructor proyecto 956EM, estipulado por el contrato del 2 de enero de 2002. El cumplimiento de otra importante transacción ruso-china volvió a provocar los rumores sobre la reducción del comercio de armas entre ambos países.
"Si analizamos los suministros de armas, veremos que en el período 2004-2006 no se registró ninguna reducción. Todo lo contrario, se asistió a un brote -afirma Konstantin Makienko, subdirector del Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías-. Durante este espacio de tiempo, Rusia le suministró a China 24 cazas Su-30K2, ocho submarinos (un caso sin precedentes), dos destructores, una gran cantidad de motores de aviación. Por lo que a la suscripción de nuevos contratos se refiere, es cierto, podemos hacer constar un receso".
China con toda razón exige elevar el nivel tecnológico de los armamentos que se les venden. Pero también Rusia se ha hecho más atenta hacia sus propias necesidades e intereses. En la década del 90, la industria militar de Rusia no tenía una amplia gama de clientes. De hecho todo el complejo industrial militar se mantenía merced a los contratos con India y China.
Hoy, en cambio, Rusia no depende tanto de las compras chinas. Primero, aumenta la orden de fabricación de armamento y material. Los Astilleros del Norte han suscrito importante contrato de construcción de buques de nueva generación para la Armada rusa. Se trata de fragatas, corbetas, buque de comunicaciones, lanchas. El montante de los contratos supera $2.000 millones. Tan sólo este año se celebraron dos importantísimas transacciones: una con Argelia ($7.500 millones) y otra con Venezuela ($3.000 millones), sin contar diversas opciones.
