Ayer, en Fairbanks (Alaska) se celebraron negociaciones entre el vicepresidente del Gobierno y ministro de Defensa de Rusia, Sergei Ivanov, y el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld.
Por enésima vez, las pláticas pusieron de relieve las diferencias en las posturas de Rusia y EE.UU. respecto a la problemática norcoreana e iraní. Las negociaciones revisten especial importancia a la luz de los recientes pasos dados por estos dos países en el desarrollo de sus programas nucleares. Según afirman servicios de inteligencia extranjeros, Corea del Norte desarrolla preparativos para ensayos nucleares, mientras en Irán, a finales de la semana pasada, con la participación del primer mandatario Mahmud Ahmadineyad, fue oficialmente puesta en servicio la planta de producción de agua pesada, una empresa más que forma parte del ciclo nuclear.
Es sintomático asimismo que Washington ya haya advertido a Moscú sobre la intención de adoptar medidas rígidas respecto a Teherán, pese a la postura de Rusia. Lo evidencia la entrevista concedida el sábado pasado a Los Angeles Times por John Bolton, embajador norteamericano ante la ONU.
Ivanov y Rumsfeld no sólo son titulares de departamentos militares sino que también voceros en temas político-militares que gozan de plena confianza de sus respectivos Jefes de Estado.
Como es sabido, tanto Moscú como Washington se oponen al diseño de armas nucleares por Irán y Corea del Norte, pero divergen en cuanto a las formas de influir sobre estos dos países. El viernes pasado, Sergei Ivanov se opuso a la adopción de sanciones contra Teherán. En opinión de Ivanov, "es prematura aplicar medidas de castigo algunas, sanciones incluidas, aun pese a la negativa de las autoridades iraníes a cesar el enriquecimiento de uranio, tal como lo exige el Consejo de Seguridad de la ONU". "Seguiremos propugnando la solución diplomática del problema nuclear iraní", manifestó el titular ruso de Defensa.
La parte norteamericana enfatiza que los programas nucleares de Irán y Corea del Norte entrañan un serio peligro también para Rusia que se halla muy cerca de estos dos países. Al mismo tiempo, según algunos indicios, Rusia tiene su propia respuesta a esta amenaza. Algunos altos cargos militares rusos insinúan la posibilidad de retirada del Tratado de Misiles de alcance medio y más corto, afirmando que ello contribuiría a robustecer la defensa de Rusia en el caso del peligro proveniente de algunos países situados cerca y alegando al ejemplo de Estados Unidos que abandonó el Tratado de Defensa Antibalística.
Sea como fuere, pero expertos ponen en tela de juicio la racionalidad de tal paso. El coronel general Víctor Yesin, ex Jefe del Estado Mayor de las Tropas Coheteriles Estratégicas de Rusia, expresó a Nezavisimaya Gaceta que, primero, el propio hecho de retirada de un tratado es políticamente pernicioso. Segundo, ello otorgaría a EE.UU. el derecho moral a emplazar en Europa misiles de alcance medio, y para mitigar esta amenaza Rusia necesitaría ingentes recursos. "Es en extremo peligroso someter a prueba el equilibrio existente -dijo Yesin-. El abandono del Tratado de Misiles de alcance medio y más corto tendrá más consecuencias negativas que positivas".
