TRUD. Durante casi un mes y medio de las hostilidades entre Israel y el movimiento chiíta Hezbollah que se libran en el territorio del Líbano, la diplomacia rusa ha emprendido tan sólo pasos de segundo orden para contribuir al arreglo del conflicto por vía negociada.
No se han realizado acciones importantes algunas que pudiesen llamar la atención del público.
¿Tal vez, todo se baraja en los pasillos mediante métodos de la diplomacia secreta? No podemos descartar tal eventualidad. Pero no menos verosímiles son otras versiones. Primero, Rusia ha perdido las anteriores palancas de influencia sobre los participantes en el drama mesoriental que desoyen su voz. Segundo, la terminación de la guerra fría, la reducción de los recursos destinados para mantener una buena imagen de Rusia en el mundo, así como la ausencia de fuertes intereses comerciales en el área (aparte del petróleo iraquí) han conducido a que Oriente Próximo haya pasado a ocupar uno de los últimos lugares en la lista de prioridades de la política exterior de Rusia.
Según ha expresado Boris Makarenko, director adjunto del Centro de Ingeniería Política, "hoy, Rusia es capaz de hacer menos que la Unión Soviética hace 15 años y menos que Estados Unidos, Inglaterra y Francia". Ello no obstante, opina el politólogo, "la paradoja de la situación estriba en que durante las hostilidades nadie puede hacer nada rápida y definitivamente".
"Conscientes de que Israel y Hezbollah están librando una lucha a muerte y de que es muy problemático separarlos, también EE.UU. y Europa están a la expectativa, haciendo maniobras políticas de diverso género. Cuando no se puede hacer nada, objetivamente sale ganando el país del que menos se espera algo", afirma Makarenko.
Y Rusia es precisamente el país del que menos esperan. Ambas partes enfrentadas ya lanzan todo un alud de críticas a los norteamericanos y europeos, reprochándoles de la inacción. De Rusia, en cambio, nadie espera nada y, consiguientemente, no lanza críticas algunas contra ella. Hoy, todas las grandes potencias, sea EE.UU. o Rusia, se hallan en una situación nada fácil, pues deben ingeniárselas para no reñirse con el mundo árabe, proteger sus intereses en el área y no estropear las relaciones con Israel.
