VEDOMOSTI. La corporación petrolera TNK-BP pretende incrementar sus capacidades de transformación en Rusia - probablemente, comprando algunas de las refinerías de Yukos, declarada en quiebra - pero todo indica que no será fácil hacerlo.
El refinamiento del petróleo en Rusia es un negocio bastante ventajoso porque los impuestos sobre la exportación del crudo son muy altos, así que todos los actores del mercado petrolero quieren comprar más refinerías, señalan los expertos.
Las adquisiciones más probables a día de hoy son los activos de Yukos, aunque las dos mejores refinerías que controlaba esa empresa - NPZ Kuybishevski y NPZ Novokybishevski - serán traspasadas seguramente a Rosneft, que dispone de amplios recursos administrativos. La compañía petroquímica de Angarsk ha despertado ya el interés por parte de Gazprom y Gazpromneft, de manera que TNK-BP evitará meterse en su camino pues confía en la cooperación con el monopolio gasífero para proceder al desarrollo del yacimiento Kovykta.
De este modo, quedan solo dos refinerías, la de Syzran y la de Achinsk, siempre y cuando no quiera comprarlas Rosneft. La primera se evalúa en US$700-800 millones, y la segunda, en US$450-500 millones.
La construcción de una refinería nueva también es una opción. Normalmente, se requieren alrededor de cinco años para diseñar y construir una planta de este tipo, y es una vía que comporta fuertes riesgos financieros. El proyecto se vuelve rentable, si el margen de transformación supera seis dólares por barril. Actualmente, se mantiene al nivel de diez dólares fue muy inferior al límite crítico hace un par de años.
