El plazo de la amnistía declarada para los combatientes de la guerrilla chechena que acepten deponer a título voluntario las armas queda prolongado hasta el próximo 30 de septiembre, según anunció el lunes Nikolay Patrushev, director del servicio de seguridad ruso (FSB) y jefe del Comité Nacional Antiterrorista. Para esta fecha, la Cámara baja del Parlamento federal habrá aprobado una resolución exhaustiva sobre el tema en cuestión pero, por ahora, los agentes de seguridad dan a entender que la amnistía ha sido un fracaso: se han entregado sólo 70 combatientes de la guerrilla, entre los cuales no hay un solo jefe de campaña famoso.
A decir verdad, tampoco se ha esperado una rendición en masa. Los que realmente querían abandonar la guerrilla, lo hicieron tiempo atrás para enrolarse a diversas estructuras del Ministerio del Interior de Chechenia o a los batallones especiales Norte y Sur, formados bajo la dirección personal de Ramzan Kadyrov, jefe del Gobierno checheno y principal garante para los ex combatientes. Los cuerpos de seguridad en Chechenia no tienen puestos vacantes en la plantilla, así que las personas que acepten el llamamiento de Patrushev se van a quedar ociosas.
También ha fracasado el intento de repatriar a los oponentes políticos desde el exterior. Magomed Khanbiev, ex titular de Defensa y, hoy en día, diputado del Parlamento de Chechenia, consiguió a duras penas traerse desde Azerbaiyán a dos familiares suyos, que no habían participado en las hostilidades, y se necesitó la intervención personal del primer ministro Kadyrov para que les dejaran cruzar la frontera.
‘Lo que estamos haciendo es un autoengaño - dice Alexander Torshin, jefe de la comisión parlamentaria que se encarga de esclarecer las circunstancias del atentado en Beslán -. Deberíamos sacar del bosque a los que realmente han peleado y están manchados de sangre; de lo contrario, será un proceso de nunca acabar porque los otros miembros de la guerrilla, los inocentes, pueden legalizarse sin amnistía alguna'.
‘Nadie está dispuesto a ofrecer garantías concretas a los que quieren volver - reconoce el jefe de Administración de Khasav-Yurt -. La gente simplemente no cree en lo que dicen algunos dirigentes de seguridad'.
‘Los guerrilleros saldrán del bosque cuando las autoridades acepten perdonarles una serie de delitos específicos, que son graves, no una participación abstracta en grupos armados ilegales, y es algo que jamás sucederá' - afirma un alto funcionario del Ministerio del Interior de Chechenia, quien prefiere mantener el anonimato.
‘Esta campaña, igual que otras muchas, pasará al olvido total dentro de poco tiempo - augura Antatoly Tsyganok, del Instituto ruso de análisis político y militar -. Lo que se requiere es un programa a largo plazo para enmendar la situación actual en que las prácticas terroristas se han transformado en un pequeño negocio y los chavales chechenos pueden ganarse medio centenar de dólares por instalar una mina. La ‘kadyrovización' de Chechenia no es una salida'.
