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El fracaso de la campaña de Nikki Haley exhibe que el intervencionismo "ya no es popular en EEUU"

La ex gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, abandonó esta semana su carrera a la Casa Blanca tras el triunfo rotundo del expresidente Donald Trump en el supermartes. ¿Qué significa que una política que hizo campaña haciendo foco en seguir enviando ayuda a Ucrania y con fuertes lazos con el 'establishment' fuera rechazada por los votantes?
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Como se esperaba, Hailey, quien apenas había obtenido dos triunfos testimoniales durante las primeras republicanas, en el pequeño estado de Vermont y en el distrito de Columbia, anunció en la noche del pasado martes 5 de marzo que ponía fin a su campaña para obtener la nominación republicana para disputar la presidencia luego de que Trump arrasara en el SuperMartes, obteniendo 14 de los 15 territorios en juego.
Haley había sorprendido al imponerse a otros precandidatos con mayor visibilidad mediática y popularidad en las encuestas que buscaban desafiar la hegemonía de Trump dentro del partido, como el gobernador de Florida Ron De Santis y el joven emprendedor Vivek Ramaswamy. Pero Haley finalmente cayó derrotada ante Trump, quien en 9 de los estados que votaron el pasado martes, en la principal jornada electoral de todo el proceso interno, obtuvo más del 70% de los votos.
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Trump incluso había derrotado con facilidad a Haley en Carolina del Sur, estado que la precandidata había gobernado durante dos mandatos (2011 a 2017) con una alta popularidad.
Tras el abandono de la única adversaria interna que quedaba en pie, el magnate y expresidente se convirtió de esa manera en el candidato republicano para las elecciones generales de noviembre, aunque todavía resta que el partido haga oficial su nominación en la convención nacional que se realizará en el mes de julio. El evento marcará un hito histórico: será la primera vez que el Partido Republicano llevará al mismo candidato en tres elecciones consecutivas (2016, 2020 y 2024).
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Según la revista The New Yorker, que publicó esta semana una autopsia de la fallida candidatura de Haley, el fracaso electoral de la ex gobernadora es la más reciente evidencia de que la vieja doctrina republicana, basada en una política de intervencionismo alrededor del mundo y un sistema de libre mercado global sin regulaciones, solamente existe en el Partido Republicano en los think tanks y los donantes ricos que precisamente apoyaban a la ex gobernadora, pero que ya no es popular ante el electorado.
Demian Bía, analista internacional egresado de la Universidad de Buenos Aires, coincide con esa evaluación y le dijo a Sputnik que el hecho de que Haley hiciera el seguir financiando el conflicto de Ucrania un punto central en su campaña y perdiera contundentemente, demuestra que la ideología republicana de la era Reagan y la dinastía Bush de "paz a través de la fuerza" (un eufemismo para referirse al imperialismo estadounidense belicista) genera rechazo entre los votantes.

"Cuando Trump dice que puede terminar el conflicto de Ucrania mediante una negociación y se niega a que Estados Unidos, que ya envío oficialmente 27.000 millones de dólares a Ucrania, siga transfiriendo sus recursos al Gobierno corrupto de Kiev, eso resuena más en el electorado que se pregunta por qué el dinero de sus impuestos tiene que seguir financiando golpes de Estado u operaciones bélicas en lugar de cosas básicas como un sistema de salud pública, seguridad fronteriza o infraestructura más moderna", señala el experto.

En ese sentido, Bía recuerda que Haley ha demonizado, ya sea como representante de EEUU en las Naciones Unidas, como miembro de la agrupación Stand for América o durante su campaña como precandidata presencial, a países como Rusia, China o Venezuela y ha dicho que solo el liderazgo de EEUU puede asegurar la paz mundial.
De hecho, en su discurso anunciando que abandonaba la pelea por la nominacion republicana, Haley dijo que era un "imperativo moral" de EEUU seguir apoyando a "Israel, Ucrania y Taiwán". "Son nuestros aliados", afirmó.
Esta visión unipolar y hostil la emparenta con la visión del propio presidente Joe Biden, un halcón histórico con respecto a la política exterior de EEUU, pero también con la propia Hillary Clinton, otra fallida candidata presidencial que también perdió pese a tener el apoyo del establishment y de Wall Street, y que como secretaria de Estado respaldó el golpe de Estado del 2014 en Ucrania.

"Igual que Hillary Clinton, Haley apostó a las grandes firmas, a los grandes bancos, y hasta comparten esa trayectoria de haber hecho una fortuna como conferencistas para importantes grupos de lobbies, algo que siempre provoca mucha suspicacia porque todo el mundo sabe que esos honorarios inflados y donaciones siempre esconden implícitamente una coprestación", detalla Bia.

Ese aura de corrupción y el intenso rechazo que es cada vez más presente en el electorado a las apuestas bélicas de EEUU, ya sea en Ucrania o Israel, condenaron la candidatura de Haley, opina el experto.
"Es verdad que la popularidad de Trump entre los votantes republicanos sigue siendo alta y que el partido sigue girando en torno a sus posiciones. Sin embargo, considerando que la mayoría de sus candidatos habían sido derrotados en las elecciones de medio término, y con los problemas judiciales que se habían estado apilando, ya sea que uno los considere justos o parte de una estrategia de lawfare del gobierno de Biden, lo cierto es que había una apertura para que un candidato republicano lo desplazara a Trump y se quedara con la nominación", explica Bía.
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"Ahí entraba Haley, que era apoyada por los propios democratas -muchos de ellos votaron por ella en las primarias que no estaban limitadas a republicanos registrados-, el establishment, los grandes medios y hasta algunos senadores republicanos anti-Trump", añade.
"Sin embargo, pese a todos estos respaldos, el mensaje belicista e intervencionista de Haley no conectó con los votantes, que todavía recuerdan las invasiones desastrosas en el Medio Oriente que impulsó el entonces presidente George W. Bush tras el 11 de Septiembre. Y simplemente ya no hay un apetito de que Washington siga cumpliendo el rol de Policía Mundial. El mundo cambió y el propio EEUU cambió. Solo que Haley y sus patrocinadores no quieren verlo".
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