Las
sanciones económicas y comerciales no son nada nuevo en el mundo político, ya que se han aplicado durante siglos entre naciones, como en el bloqueo continental napoleónico. Pero desde que se estableció el orden económico mundial, primero mediante los Acuerdos de Bretton Woods y luego con el fin del patrón oro y la aceleración de los flujos de capital neoliberales, ningún país ha obtenido tanto control y ha sido capaz de utilizar
una moneda como arma como Estados Unidos lo hace con el dólar.
Aun así, con el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos mantuvo e implementó sanciones que en ocasiones fueron localizadas, como en el caso del
comercio con China, y en ocasiones casi totales sobre países con economías menos grandes, como Venezuela e Irán.
"Las sanciones no deben ser medidas frívolas", dijo a Sputnik la doctora por la Universidad de Cambridge y profesora del Departamento de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), Luiza Peruffo. "No corresponde a un país imponer sanciones financieras a otro", sentenció.
"Hoy en día China ya habla mucho sobre el hecho de que no se puede confiar en el sistema liderado por Estados Unidos porque imponen cada vez más sanciones a los países", dijo la experta.
Hasta hace poco era impensable que un país del tamaño de Rusia fuera excluido del sistema financiero internacional. Pero esto no solo ocurrió, también
hizo saltar la alarma para otras naciones que no siguen ciegamente a Estados Unidos, como Arabia Saudita, que actualmente está en proceso de ingresar a
los BRICS, un grupo de países que constituye una alternativa al modelo occidental.
Para el profesor de economía de la Universidad Federal de Ceara (UFC), Fabio Sobral,
la búsqueda de una política exterior independiente por parte de Brasil enfrentará tarde o temprano al gigante sudamericano con las organizaciones occidentales, como el G7 y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que exigen lealtad total.
En este sentido, a diferencia de Rusia y China, que ya están acostumbradas a una actitud más combativa por parte de Estados Unidos, Brasil está "significativamente expuesto" a sanciones del mundo occidental, consideró Sobral.
El Informe de Gestión de las Reservas Internacionales 2023, elaborado por el Banco Central, demuestra la actual dependencia de la nación sudamericana con la moneda estadounidense. De las reservas brasileñas, ya sea en efectivo o en títulos, el 80,42% están cotizadas en dólares estadounidenses, mientras que el 5,37% están en renminbi, el 4,74% en euros, el 3,15% en libras esterlinas, el 2,52% en oro y el 1,86% en yenes, y el resto en dólar canadiense y dólar australiano.
"Hay un porcentaje muy grande de bonos del Tesoro americano [en las reservas brasileñas], y esto es un riesgo", evalúa el experto.
Por un lado, estos activos generan intereses, lo que hace que su valor se aprecie con el tiempo, y tienen una gran liquidez, lo que significa que se encuentran rápidamente compradores para el papel. Pero, por otro lado, en el caso de las sanciones, estos fondos pueden congelarse y negarse su transaccionalidad.
Para Lucena, "lamentablemente en la actualidad no existe una alternativa clara que salvaguarde la fortaleza financiera de un país de los designios de Washington". "Es uno de los grandes poderes de Estados Unidos, su capacidad para emitir una moneda internacionalmente conocida y liquidada internacionalmente".
Para Sobral, sin embargo,
el camino recorrido por Rusia y China, puede servir de ejemplo para Brasil para combatir la guerra económica que libra EEUU contra los países no alineados.
Estas dos naciones pasaron de 4 billones de dólares a 1 billón de dólares en títulos de deuda de América del Norte. En cambio, ambos han aumentado la proporción del oro como reserva de valor.
Aun así, el mineral precioso constituye hoy una pequeña parte de la cartera del Banco Central, y otros minerales, como el litio, que debería apreciarse más rápido que el dólar, deberían estar más representados en la cartera del Banco Central, opinó Sobral.