"Lo más probable es que la Administración Biden no quiera una escalada que pueda desembocar en una gran guerra en Oriente Medio. Un ataque contra Irán implicaría ese riesgo. Eso no significa que no vaya a ocurrir en el futuro. La situación en la región es tan tensa en estos momentos que cualquier acción, aunque sea por error o por nerviosismo, podría provocar una gran conflagración. Hasta ahora se mantienen dentro de los límites", indicó.
El experto cree que EEUU, mediante filtraciones a los medios de comunicación y declaraciones oficiales sobre la inminente represalia, en realidad advirtió de antemano sobre los ataques para minimizar las consecuencias. Según el analista, la misma práctica existía entre las milicias de la región, antes del ataque en Jordania.
En cuanto a la agresión del 28 de enero contra una base estadounidense en Oriente Medio, Chupriguin la distingue de otros que tuvieron lugar los últimos días de la escalada de tensiones en la región. De acuerdo con sus palabras, aquel ataque fue llevado a cabo sin aviso previo para todas las partes potencialmente involucradas.
En su opinión, antes de lo sucedido había "una especie de acuerdo", cuando todos trataron de "salvar la cara" y emprender "acciones episódicas", pero intentaron no llevar la situación al extremo. No obstante, por el momento son los bombardeos de EEUU en Siria e Irak los que podrían ser "el principal detonante que puede llevar a esta misma conflagración", sin importar cuáles eran sus verdaderos objetivos.
En la noche del 2 al 3 de febrero, EEUU lanzó masivos bombardeos aéreos en Irak y Siria contra 85 objetivos que calificó como vinculados a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní y fuerzas asociadas. Washington afirmó que se trata de represalias por el ataque a la base militar estadounidense en Jordania.
Según el Ejército estadounidense, entre los objetivos alcanzados se encuentran puestos de mando, centros de inteligencia, instalaciones de almacenamiento de misiles y drones, así como instalaciones que garantizan las cadenas de suministro de municiones para los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica y fuerzas aliadas.
El Gobierno de Irak, por su parte, denunció al menos 16 muertos y 25 heridos tras los bombardeos estadounidenses. También describió como mentira la declaración de Washington sobre el aviso de las autoridades de Irak de los ataques.
El Ministerio de Defensa sirio también reportó varios muertos y heridos tras la ofensiva, sin precisar números exactos.
El pasado 28 de enero, tres soldados estadounidenses murieron y más de 40 resultaron heridos en un ataque con un dron en la base militar que tiene el ejército del país norteamericano en la región noreste de Jordania, cerca de la frontera con Siria.
El presidente de EEUU, Joe Biden, responsabilizó de lo ocurrido a grupos armados respaldados por Irán, aunque sin entrar en detalles al respecto, y aseguró que su Gobierno está reuniendo evidencias sobre el ataque. El Gobierno de Irán, por su parte, negó cualquier vínculo con el hecho. Teherán y Damasco denunciaron que registraron pérdidas mortales y graves daños materiales.
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