"La historia conoce numerosos ejemplos de criminales que han emprendido el camino de la corrección tras cometer graves delitos en el pasado, y ayudado a prevenir fechorías similares al utilizar sus conocimientos sobre experiencias ilegales. Observamos que Alemania ha tomado un camino diferente en su interacción con su pasado. Nuevamente, como hace 80 años, las acciones de Berlín reflejan la división de las personas por criterios étnicos, elevada a un nuevo nivel más sofisticado", detalló.
La diplomática mencionó como ejemplo la negativa alemana de pagar compensaciones a supervivientes no judíos del sitio de Leningrado (1941-1944).
"Berlín todavía se resiste a reconocer los crímenes del nacionalsocialismo contra los pueblos de nuestro país como genocidio", destacó Zajárova.
Para la portavoz de Asuntos Exteriores, la actuación del Gobierno alemán es inaceptable, ilegal y amoral, pero lo más preocupante sigue siendo el resurgir del militarismo alemán en medio de la aprobación de prácticas neonazis.