Esta es la conclusión a la que han llegado investigadores del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) y de la Universidad de Montpellier (Francia) tras realizar un análisis genético de los pensamientos silvestres (Viola arvensis) comparándolos con otros más antiguos cultivados a partir de semillas recogidas en décadas anteriores.
Según el equipo del estudio, esta alteración de 100 millones de años de evolución puede tener graves consecuencias. Puede acelerar el declive de los insectos y hacer que las poblaciones de plantas sean menos diversas y más vulnerables a los cambios ambientales.
La superficie de la flor era un 10 % más pequeña de media en comparación con las que florecían hace 20 o 30 años, según los resultados, mientras que los niveles de producción de néctar habían descendido un 20 %. El estudio demostró que las plantas modernas también recibían menos visitas de insectos.
Es evidente que esto se retroalimenta: menos insectos significan menos visitas de polinizadores, lo que significa que el esfuerzo y la energía que la planta dedica a producir néctar y hacerse atractiva se desperdician. A medida que la planta reduce el tamaño de sus pétalos y la producción de néctar, los insectos, cada vez menos numerosos, tienen aún menos motivos para visitarla.
Procesos similares pueden observarse en poblaciones invasoras que necesitan adaptar nuevos nichos ecológicos. Las poblaciones de dedalera han evolucionado para ser polinizadas por abejorros en Europa. Sin embargo, hace 200 años se introdujeron en Costa Rica y Colombia, y desde entonces han cambiado la forma de sus flores para que puedan ser polinizadas por colibríes
El colectivo responsable del estudio quiere que se hagan más esfuerzos para proteger a los insectos de las amenazas de la pérdida de hábitat y el calentamiento del planeta, procesos clave impulsados por la actividad humana que siguen acabando con las especies de insectos y que ahora tienen repercusiones en las flores que polinizan.