"El arte y la cultura ignoran fronteras. No hay sanciones capaces de suprimir el intercambio científico y cultural. Nosotros seguimos cooperando con nuestros colegas del mundo entero", señaló.
La directora, al mismo tiempo, reconoció que los procesos políticos que operan en el mundo complican la vida de los museos.
"El mundo ha entrado en una época de turbulencia, los intercambios entre los muesos se efectúan con dificultad. Se organizan siempre menos exposiciones tan grandiosas como, por ejemplo, la de pintura de Johannes Vermeer, celebrada este año en Ámsterdam. Los museos se ven en una situación más complicada que los teatros o las salas de concierto, pues por muchas causas, no pueden organizar hoy día la salida de obras de sus fondos, como lo hacían antes", refirió.
Según Lijachova, la globalización —con sus características de los últimos 20 años— toca a su fin, la actividad cultural hoy día se orienta más a las tradiciones nacionales, se trazan nuevas rutas de intercambios culturales.
La cultura es uno de los factores de la supervivencia del Estado, "por eso es tan importante que la gente conozca la cultura de su país", recalcó.
Lijachova refirió que hace poco se tomó la decisión, por ejemplo, de construir el Museo Nacional de la República de Buriatia (situada en el sur de Siberia), una decisión esperada desde hace casi 10 años, dijo.
Y eso se hizo debido al entendimiento de que "la cultura es un arma poderosa que forma la autoconciencia y el patriotismo en el pueblo, y la imagen que se tiene de este pueblo en el exterior", subrayó.
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