La exploración de nuestro Sistema Solar está lejos de haber finalizado. Ya hemos hecho una exploración decente de Marte, y las sondas alrededor de Saturno y Júpiter han revolucionado nuestra comprensión de los gigantes gaseosos.
Hemos enviado naves espaciales a Mercurio y Venus. Pero la mejor inspección que nunca han recibido Urano y Neptuno fue una onda pasajera en la década de 1980, procedente de la Voyager 2.
Así que hay mucho desconocimiento sobre estos dos misteriosos planetas exteriores. Y los científicos de la NASA y la ESA están presionando cada vez más para que se envíe una misión que nos permita empezar a rellenar algunas de esas lagunas de conocimiento. Los dos planetas gigantes de hielo son muy parecidos entre sí, pero existen algunas distinciones intrigantes, como la diferencia en sus tonalidades debida a la forma en que se distribuyen los gases en sus atmósferas.
Según los investigadores, para empezar a diseñar un sistema de este tipo, primero se necesitaba adaptar las actuales instalaciones de ensayo europeas para reproducir las composiciones y velocidades atmosféricas implicadas.
A los científicos les complacería enviar sondas atmosféricas, similares a la sonda de entrada atmosférica que lleva la misión Galileo de la NASA a Júpiter, para estudiar las atmósferas de los gigantes de hielo desde dentro. Pero, para poder realizar mediciones y transmitir los datos a la Tierra, estas sondas deben soportar las condiciones a las que se las envía.
Un equipo internacional de científicos del Reino Unido, la Agencia Espacial Europea y Alemania creó una sonda de entrada a escala reducida similar a la Galileo y utilizó dos instalaciones diferentes para reproducir las condiciones: el Túnel T6 Stalker, una instalación de plasma hipersónico de la Universidad de Oxford, y los túneles de viento de plasma del Grupo de Diagnóstico de Flujos de Alta Entalpía de la Universidad de Stuttgart.
Crearon análogos atmosféricos utilizando mezclas de gases similares a las que se encuentran en Neptuno y Urano, y sometieron su sonda a velocidades equivalentes de hasta 19 km por segundo. A continuación, la sonda midió el flujo de calor convectivo a través de su superficie.
Mientras tanto, el túnel de plasma de Stuttgart es la única instalación del mundo que puede crear las condiciones necesarias para estudiar los efectos de la ablación y la pirólisis en el blindaje de naves espaciales.
Tras el éxito de los experimentos, los investigadores podrán utilizar la información adquirida para desarrollar los sensores que medirán las atmósferas de los gigantes de hielo cuando se sumerjan en las misteriosas profundidades de Urano.