Economía

El campo argentino se ilusiona con la cosecha de 2024 tras la peor sequía de su historia

Las favorables condiciones climáticas auguran una fuerte recuperación para el cultivo de soja, que atravesó su más adversa temporada en 2022-2023. El sector agroexportador, fundamental para reforzar las deterioradas reservas de dólares, busca dar vuelta la página y recuperar los más de 20.000 millones de dólares perdidos en la última temporada.
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El alivio llegó desde el cielo. Tras la devastadora sequía que costó al complejo agroexportador argentino más de 20.000 millones de dólares a inicios del 2023, las lluvias registradas en toda la zona central del país —región de tierras más productivas— alimentan la esperanza para una macroeconomía que necesita reforzar las divisas en medio de la coyuntura más compleja de los últimos 20 años.
Fundamentalmente, el alivio recae sobre la soja, el cultivo que mayor superficie ocupa en el suelo del país, aunque también impactará en el maíz.
Para el trigo, las precipitaciones llegan tarde, lo cual no obtura la posibilidad de dimensionar el bálsamo que supone la recuperación en un sector que representa casi el 70% de las exportaciones y cuya actividad explica el 18% del Producto Interno Bruto (PIB) de Argentina.
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Del suelo al Banco Central

"La siembra de soja va a ser la más importante en los últimos cuatro años. El año pasado perdimos más de un millón de hectáreas. Con las lluvias, podemos tener una cosecha superior a los 40 millones de toneladas, contra las 20 del año pasado. Son números que prometen mucho", dice a Sputnik el responsable de la Guía Estratégica para el Agro de la Bolsa de Comercio de Rosario, Cristian Russo.
"Las lluvias registradas en los últimos días en la zona núcleo le cambió el ánimo al productor, con la caída de hasta 60 milímetros. La más beneficiada fue la provincia de Santa Fe, en especial la zona centro y centro sur, con lluvias que llegaron también al norte de Buenos Aires", explica el investigador.
La producción se mide en toneladas, pero se valora en dólares. Ante un Banco Central cuyas indicadores ya marcan registros negativos —dado que las reservas netas disponibles resultan insuficientes para afrontar los virtuales compromisos de deuda—, la recuperación de la esfera productiva que más divisas aporta a las arcas públicas es de vital relevancia.
El economista jefe de la Sociedad Rural Argentina, Ezequiel de Freijo, traduce el impacto en números.
"La incidencia de que no haya una sequía ya será fundamental de por sí. El año pasado tuvimos cerca de 20.000 millones de dólares, y ahora pasaríamos a unos 36.500 millones: es un salto monumental que hay que aprovechar. La conclusión es que las toneladas se recuperan y que el nivel de volumen de exportaciones va a ser similar a lo que conocíamos", sostiene De Freijo en diálogo con Sputnik.

"Argentina cosechó 136 millones de toneladas en la campaña del 2018-2019. En la última fue apenas de 78: una caída brutal. Ahora esperamos crecer a cerca de 129 millones, que sería un salto fuerte. Volveríamos a tener niveles como los de las temporadas anteriores", grafica el especialista.

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Las dos caras de la moneda

El saldo positivo de las condiciones climáticas se explica fundamentalmente por la soja, el producto de exportación que tiene en China a uno de sus principales destinos. Pese al viento de cola que supone la tan ansiada llegada de precipitaciones, existe un factor intrínseco al cultivo: la diferencia en el costo de producción.
"Al productor que viene complicado financieramente le conviene sembrar soja, que es más económica que el maíz, que puede costar un 50% más. En ese caso, veremos una mayor cosecha de soja que del resto de cultivos, y eso ayudará a revertir el escenario tan complicado que tuvimos al inicio del 2023", sintetiza De Freijo.
Las autoridades de la Bolsa de Comercio de Rosario indican que la falta de agua condicionó la siembra de trigo en la zona núcleo, lo cual redundó en un recorte de la superficie maicera equivalente a 400.000 hectáreas.
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Sin embargo, esos terrenos pasaron a sembrarse con soja. De este modo, el área para la oleaginosa, inicialmente estipulada en 17 millones de hectáreas, se expande hasta casi 17,5 millones.
Esta esfera, conocida por ser la "cosecha gruesa", iniciada en abril y profundizada durante mayo y junio, es la de mayor peso y la que alimenta la expectativa de una mejora sustancial. "La soja está muy relacionada con el ingreso de divisas, y por eso se volvió un indicador económico fundamental. Por eso las lluvias de este último tiempo han levantado la expectativa de tener una buena campaña de cosecha a nivel general", dice Russo.
"El precio de la carne cayó en el mercado internacional, al igual que los productos lácteos. Hay que ver cómo inciden esas variables en el escenario general de las exportaciones", agrega.
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De acuerdo al especialista, el horizonte relativo a la soja contrasta rotundamente con el del trigo. Las precipitaciones parecen haber arribado demasiado tarde para este cultivo, que se vio seriamente perjudicado por las condiciones climáticas adversas, por lo cual la estimación de la cosecha se redujo.

"Al comienzo de la campaña esperábamos 19 millones de toneladas, y puede terminar siendo de 14,5. El punto clave es que esta cosecha se da en el cortísimo plazo, por lo que serían dólares frescos que ingresarían a las reservas. Si uno analiza las exportaciones de enero y de diciembre, el rol que tiene el trigo es ese: un alivio para fin de año", dice el investigador de la Bolsa de Rosario.

A pesar del sabor amargo que deja este capítulo, De Freijo remarca que "la cosecha del año pasado fue mucho peor. Fueron las siete plagas de Egipto: las heladas, la falta de agua y los temporales. Más allá de la mejora, hoy no vemos que se revierta de todo aquel costo en la cosecha fina, pero definitivamente sí en la gruesa, que es la más importante".
El alivio que supone la restitución de los saldos típicos del último lustro —exceptuando la sequía— no restringe la búsqueda por ampliar las posibilidades del sector.
"La producción de 130 millones de toneladas está estancada desde hace unas cinco campañas. Hay que romper esa inercia para potenciar el crecimiento del sector", postula De Freijo.

"El campo está acostumbrado a caerse y levantarse rápidamente ante inconvenientes climáticos o financieros. Por eso es importante ver la recuperación y actuar responsablemente en consecuencia", concluye el economista de la Sociedad Rural.

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