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Confirman que los humanos paleolíticos se deleitaron con tortugas y desollaron a leopardos | Fotos

Un grupo de científicos estudió restos de animales hallados en capas de entre 45 y 81 mil años de antigüedad en la cueva iraní de Ghar-e-Buf e informaron que los huesos de al menos un depredador de la familia de los félidos [un leopardo], fue probablemente troceado y despellejado.
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Las principales presas de los neandertales y otros humanos del Paleolítico Medio eran los ungulados, como bisontes, caballos, cabras, ovejas y antílopes. Sin embargo, periódicamente surgen pruebas procedentes de distintas regiones de que la dieta de estos pueblos también incluía presas más pequeñas y, por supuesto, alimentos vegetales.
Por ejemplo, la cueva de Figueira Brava, situada en la costa atlántica de Portugal, proporcionó mucha información sobre la diversidad de la dieta neandertal. Entre otras cosas, los arqueólogos encontraron en ella cangrejos asados al carbón, restos de moluscos, aves, mamíferos marinos, peces, así como cáscaras de piñones.
De acuerdo con nuevo estudio, publicado en Scientific Reports, el grupo de investigadores alemanes examinaron y analizaron 941 piezas faunísticas halladas en la cueva Ghar-e-Buf, un yacimiento con presencia humana que se remonta al Paleolítico Medio y donde, probablemente, vivían los neandertales.
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La gran mayoría de ellos (cerca de 710) eran restos de ungulados, algunos con marcas de impacto y talla que indican directamente que los hallazgos representan presas de antiguos humanos. Entre los ungulados predominaban las cabras y los carneros, sobre todo las cabras bezoares (Capra aegagrus). Además, en la muestra había huesos de gacela (Gazella), jabalí (Sus scrofa), ciervo (Cervus elaphus), caballo (Equus) y uro (Bos primigenius), precisa el informe.
No obstante, las presas de los habitantes de Ghar-e-Buf no se limitaban a estos animales. Por ejemplo, las tortugas terrestres europeas (Testudo) también estaban bien representadas. Además, en el yacimiento se han conservado fragmentos de caparazones de estos reptiles, que presentan no solo rastros de herramientas, sino también marcas de fuego.
Otra posible caza menor era la perdiz chucar (Alectoris chukar), aunque en ninguno de los huesos de ave se conservaron marcas de herramientas ni de roedores carnívoros, por lo que sigue sin estar claro de quién fueron las actividades que introdujeron estas aves en la cueva, de acuerdo con el estudio.
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Los investigadores observaron que la cueva también incluía varios especímenes que pertenecían a animales carnívoros. Por ejemplo, pudieron identificar un diente de zorro común (Vulpes vulpes), así como cinco huesos de leopardo (Panthera pardus): un fragmento de hueso del radio y cuatro falanges.
Estos últimos parecen haber pertenecido a un individuo adulto y, a juzgar por los cortes de los huesos, los antiguos desollaban a este felino depredador. Probablemente, consiguieron el leopardo en una cacería o encontraron el cadáver de un animal recién fallecido, concluye el artículo.
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Epífisis distal de un radio, con marcas de corte situadas tanto en la superficie anterior como posterior del eje conservado, y la mayoría de ellas son transversales, pero unas pocas son también diagonales
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Epífisis distal de un radio, con marcas de corte situadas tanto en la superficie anterior como posterior del eje conservado, y la mayoría de ellas son transversales, pero unas pocas son también diagonales
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La primera falange con un grupo de marcas de corte cortas y transversales en la cara palmar/plantar, cerca de la epífisis distal
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