El Día de la Unidad Popular se celebra anualmente en Rusia el 4 de noviembre.
Es una fiesta nacional que conmemora el levantamiento popular del 1612, liderado por el príncipe Dmitri Pozharski y el mercader Kuzmá Minin, para expulsar a invasores polacos de Moscú.
La celebración está relacionada con el final de la Época de la Inestabilidad y simboliza la cohesión del pueblo y su capacidad para unirse en tiempos difíciles.
Tras la revolución de 1917, se interrumpió la tradición de celebrar esta fiesta.
La fiesta se trasladó al 7 de noviembre y pasó a llamarse Día de la Gran Revolución Socialista de Octubre.
Sin embargo, más de 100 años después, el Día de la Unidad Popular se ha restablecido como festivo.
Rusia es un Estado multinacional. Más de 145 millones de ciudadanos viven permanentemente en el país.
Esto explica la singularidad del país en cuanto a la composición religiosa de la población. Rusia no solo alberga a representantes de las tres religiones mundiales —cristianismo, islamismo y budismo—, sino también a fieles de numerosas otras creencias nacionales y tradicionales.
Todos los ciudadanos del país, independientemente de su origen étnico, tienen los mismos derechos y libertad de religión. Esta disposición se refleja en la Constitución.
Los datos actuales indican que en 2023 en Rusia viven más de 190 nacionalidades.
El principal grupo étnico es el ruso, que constituye alrededor del 80% de la población del país.
También hay un número significativo de tártaros, ucranianos, bashkires, сhuvasios, mordavianos, chechenos, armenios, azerbaiyanos, judíos y otras nacionalidades.
Rusia es el noveno país más poblado del mundo.
Los principales actos dedicados al Día de la Unidad Popular se organizan en la patria de Minin y Pozharski: en la ciudad de Nizhni Nóvgorod, así como en la Plaza Roja de Moscú.
El Día de la Unidad Popular se celebra en todas las ciudades del país, se organizan festivales folclóricos, conciertos y eventos deportivos para adultos y niños.
La unidad, el valor y la voluntad de ciudadanos de distintas nacionalidades, estamentos y religiones ayudaron a defender la independencia del país, a poner fin a los tiempos difíciles y a salvar al Estado de la desintegración.