"Aunque prácticamente todas las hipótesis reconocen la importancia de reducir los alimentos ultraprocesados y 'basura', sigue sin estar claro si la atención debe centrarse en reducir la ingesta de azúcar, o de carbohidratos de alto índice glucémico, o de grasas, o de grasas poliinsaturadas, o simplemente en aumentar la ingesta de proteínas", escriben los investigadores en su artículo.
"La fructosa es lo que hace que nuestro metabolismo entre en modo de baja potencia y perdamos el control del apetito, pero los alimentos grasos se convierten en la principal fuente de calorías que impulsan el aumento de peso", destaca Johnson.
"Aunque se supone que ayuda a la supervivencia a corto plazo, con un consumo excesivo crónico esta vía deja de ser beneficiosa para convertirse en el motor de muchas de las enfermedades modernas actuales", explican los investigadores.
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